domingo, 3 de diciembre de 2017

GRACIAS A LA VIDA


No fue una epifanía: me la veía venir. Tanto joder y joder, acabaron por enamorarse. Yo esperé, pese a todas las evidencias; me comporté como un esposo fiel y un amigo leal; alguna vez crucé una sonrisa con la vecina de los shorts sintéticos, pero nunca olvidé mis juramentos. Esa sonrisa me bastaba para mantener en calma al hatajo de las pasiones humanas, que en estos casos tiende a desmadrarse: ira, gula, soberbia...  Un buen día plantearon la trama; no se necesitó demasiada elocuencia para confirmar  mis sospechas. Con mi bonhomía esencial, despedí a mi mujer y al sinvergüenza de mi amigo; los acompañé un tiempo con mis recuerdos, y  volví a  la vida, arrastrando los pies.
De pie frente al espejo de mi alma vi al manso cornudo;  me sentí un estropajo, retorcido por mi propia paciencia,  basureado sin piedad. El malestar del engaño  reventó como un divieso de pasión.  El  hatajo que venía arreando desde hacía meses, saltó desde las sombras.
Entonces me volví desmesurado, violento: destruí a patadas el escenario de la traición, estallé copas contra el piso, incendié sábanas, degollé fotografías... Más relajado, después de un whisky, me juré vivir en casta y divertida soledad; no comprometerme por bonhomía o nostalgia.

Imprudente y crédulo,  me fui a buscar fortuna por los senderos de la vida.  No llegué muy lejos: encontré a mi vecina, mi fiel admiradora;  intentaba con poca maña cambiar la rueda del coche. Su sonrisa tímida y su atrevido shortcito despertaron mi bonhomía. Me ensucié las rodillas y las manos en la tarea, y me premié con su ingenua presencia. A la sombra de los fresnos de su vereda me sentí renacer en  una epifanía mientras ella me prestaba (¿coincidencia?) un estropajo para limpiarme las manos, y me invitaba a una inocente limonada.
Para "El Reto de las Palabras"- Terr de Escritores Dic 2017

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