miércoles, 6 de diciembre de 2017

RECUERDOS - de AA en territorio de Escritores


Con Merceditas vivíamos nuestra epifanía cuando todos los veranos llegaba al pueblo. Decían que los aires de la sierra le iban muy bien para las secuelas que tenía de la polio. Un mercedes negro con chófer subía dando tumbos entre el polvo del sendero. Todos sabíamos que eran ellos. Los criados y las doncellas venían antes para abrir la casa y con estropajos restregaban los suelos. Cuando todo brillaba como un espejo salían como un hatajo de sumisos uniformados a recibirlos. 
Mamá era la cocinera de la casona y aunque no le pagaban mucho, con su santa paciencia, decía que le compensaban en especie. Así comíamos en casa perdices de caza, los restos de un pastel exquisito o frutas que empezaban a pasarse. Un día me trajo el recado de que Merceditas sentía nostalgia por mí y me mandaba recuerdos. Tras la bonhomía de la niña intuía la elocuencia de la madre acostumbrada a dar órdenes. Total, que tenía que llamarla para salir el domingo y cuidarla de tanto sinvergüenza del pueblo. ¡Joder, qué malestar me entró! 
Aquella tarde, el calor resultaba sofocante y el viento soplaba polvoriento. Con un esfuerzo ímprobo, Merceditas me seguía con su andar renqueante como si fuera mi sombra. Subíamos, campo a través, una árida loma hasta las ruinas de un chozo. Allí nadie nos vería. Un golpe de aire le llevó el bonito sombrero que planeó como un ave que quisiera remontar el vuelo. Azorada, lo seguía para intentar cogerlo. Lo atrapé y al entregárselo, enrojecida, gesticuló como si las palabras que bullían por salir se le quedasen pegadas y la lengua las sacara a tropiezos: “Gra-gra-gracias”, dijo. ¡Había hablado, por fin! Una brillante sonrisa le iluminó la cara. Sentí deseos de abrazarla. Empapadas en sudor y soledad nos sentamos a la sombra del derrumbe hasta la hora de volver. ¡Cómo le divertía oír a los grillos! Los arañazos en las piernas y los mechones de pelo suelto, parecía no importarle; solo la pasión de sus inquietas pupilas clavadas en mí mendigando una amiga. 
Quise verla de nuevo. Se ha ido, dijeron. Me mintieron

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