Blog para recopilar y compartir mis escritos, fragmentos de lecturas que me han impactado y algunas informaciones útiles para escritores
martes, 7 de febrero de 2017
Una carta
Para implorarle que vuelva a casa… ¿Te escuché bien?¿Para qué?
No somos demasiado felices, pero hemos logrado algo de racionalidad después de su portazo. ¿Otra vez sus desplantes o su ira desatada? ¿Otra vez el estrépito de vidrios y muebles? Sin rencores, pero sin estupideces. Yo soy su hija, y no me arrepiento de haberlo echado; nos ha vapuleado y destruido; nos ha separado.
Cada cual puede decidir quién le importa; él ya lo hizo; rómpela ahora mismo, por Dios..
EL AMOR VIENE A LA FIESTA
Mil suspiros y
piropos,
y algún poema
escondido
en las hojas del
cuaderno
que se te quedó aquel
día
¡sabrá Dios por qué descuido!
olvidado en el
asiento.
Mil rubores, mil
cosquillas…
te disfruto, sudoroso
y encendido,
reflexivo o
distendido;
me disfrutas,
perfumada o desprolija,
sembrando besos
secretos
cantando en versos “prohibidos”
lo que “no debe
decirse”, lo que “no es propio” sentir
porque aún somos “muy niños"
y "de familias decentes".
y "de familias decentes".
Mil sofocos,
mariposas,
allá “donde no se toca”,
cuando siento
que tus ojos me
desnudan;
que acarician, debajo
del uniforme,
a una Eva promisoria,
la manzana tentadora
que asegura el Paraíso,
mientras mi vientre
se agita porque te sueño conmigo.
Nuestros cuerpos ya lo
gritan,
anhelantes, incompletos;
Y en cualquier rincón
amigo, vuela un beso.
Nuestras manos se equivocan de camino
y abandonan las
cinturas, y aprietan y reconocen
dónde salta y se estremece
la savia de nuestra esencia;
El amor viene a la
fiesta.
miércoles, 1 de febrero de 2017
El Predicador
No sé si la pandemia decreció, terminó, o perdió interés político. Pero, al parecer, podremos reeditar "Las Fiestas", al modo tradicional,
ajetreado, aunque los bolsillos están bastante secos.
Mientras se acerca la Navidad, recuerdo un episodio que viví hace un par de años.
En estos tiempos de revisión de los valores humanos, mucha
gente dice que ha perdido la fe; otros, en cambio, se sienten profetas y gritan
desinteresadamente por la conversión, o reversión hacia los credos
tradicionales. Desde su propio espíritu apasionado apalean la molicie de nuestra “new-age”.
¿Fanáticos? ¿Voceros de un
negocio?... Lo cierto es que promueven milagros, como el de esta escena .
Ardiente mediodía de diciembre. Hace veinte minutos que la gente espera el
colectivo en la plaza. Por supuesto, está atrasado. Las campanas de la catedral
dan la una de la tarde con música de “Noche de Paz”.
De pronto explota la voz del predicador:
“¡Jesucristo es el único camino para la vida y la paz!”
Personaje conocido, si los hay en
Córdoba, siempre está a la sombra este moreno robusto y cuarentón que lleva una
cadena gruesa cruzada al pecho. Debe de tener alguna conexión con la empresa de
ómnibus; parece que le avisan cuando un coche viene atrasado; entonces, brota
de improviso en su bicicleta y comienza su labor redentora.
—¿Qué
esperas? ¿Qué esperas? ¿Llegar a tiempo para que no se te derritan los helados?
¿Cuidar que no se malogren los lechones que has comprado? ¿Así preparas la
Navidad?
Los pasajeros lo ignoran, comentan
los preparativos de la fiesta, miran las palomas y otean el camino del
transporte.
—¡Gula
y pecado! ¡Así preparas la llegada de tu Redentor!
—De
Papá Noel, ‘boludo’— grita un adolescente — ¡Viva ‘la joda’! ¡Tomá unas garrapiñadas para que te las …!
Algunos le chistan al pibe; otros
se ríen y lo palmean.
Se palpa el nerviosismo de los
que esperan. Tantean sus bolsos: efectivamente, se están ablandando los congelados.
—¡Hijo
de las Tinieblas! ¡Te vas a condenar!¡Traigo el aviso de la Justicia Divina!—sacude la estrepitosa cadena—¡Adoras a tu estómago, glotón
impío!¡Ya estás cebado, entonces!¡Tienes el cuchillo en tu barriga!
Y el colectivo no viene. Sobre la vereda hay
algunos charquitos de agua y frutas apretadas. Crece la tensión. Un hombre
obeso lo mira con odio. Una jovencita desaliñada trata de calmar al bebé glotón,
dándole de mamar.
Las campanas dan el primer cuarto
después de la una y el
predicador sigue con su atronadora letanía: los Romanos, los Gálatas, la
hipocresía del Papa…
«Ave
María Purísima»… Una
anciana se apoya en el carrito de compras, saca un rosario y un paquetito de
frutas frescas, y avanza
temblequeando y sacudiendo el rosario.
«¡Señora!
¡Cuidado!¡Es un loco!»
Entra
en el aura del predicador; él la mira extático; ella irradia una luz extraña,
mágica; puede que no sea ella, sino las baldosas quemantes de la plaza, pero…
—Hijo; hace mucho calor; tomá estas
uvas para que refresqués tu garganta…
Mágico
silencio. El predicador queda impactado; parece que viera a los ángeles, desparramando
su guión. Recibe las uvas, y empieza a comer.
La viejita le marca con el índice: “Uva número uno:
«No juzguen, y no serán juzgados; no
condenen, y no serán condenados». Uva número dos: «El que come, para el Señor
come, porque da gracias a Dios». Uva número…
Frena
el colectivo delante de la ‘cola’. «No abrás la boca», le sopla el gordo al
adolescente, que es el primero de la fila. «Ni se te ocurra decirle que deje de
comer, por favor» dicen los pasajeros mientras suben.
—Adelante, señora. Suba que la
ayudo con el changuito.
El
predicador sigue comiendo, calladito, a la sombra. Suena la una y media, y las
campanas cantan Noche de Paz.
martes, 10 de enero de 2017
MI PROPIO VIAJE
Desde que te fuiste renuncié a buscarte.
Plegado en mi alma
encontré tu mapa
y me quedé quieta, junto a la ventana,
persiguiendo rumbos, senderos, espacios…
con el dedo agudo de mis remembranzas.
Carreteras largas, inmensas, vibrantes…
Senderos callados, húmedos de lluvia…
Playas, montes, calles. ..
Praderas o bosques…
Te voy encontrando y me hacen cosquillas
todos los momentos que pasé a tu lado.
lunes, 9 de enero de 2017
Esperame en la terraza
Se giró al
escuchar el grito: ¡Lauraaa!… ¿ Arriba, en el aire tibio del atardecer? ¿O
dentro de su corazón?
De espaldas, a unos pasos del moderno edificio, se
disponía a subir al coche; la llave estaba en la cerradura. El semáforo se puso
en rojo. ¿Frenadas?
Levantó la cabeza, con la mano en la puerta
entreabierta; entonces lo vio volar en picada desde el octavo piso; allí, desde la terraza en donde habían pasado una
hora poniendo en orden su futuro de pareja en crisis. También volaban el
infaltable portafolios y uno de sus mocasines; no supo que estaba corriendo con
los brazos extendidos para recibirlo; tampoco advirtió el coqueto bolsito
beige, entreabierto, que se soltó de su mano; un labial, un portadocumentos y
el celular se desparramaron en la vereda,
Ismael caía inexorable, mudo y vacío, ya
desparramada su vida, sus papeles, sus planes, su actitud de triunfador; cincuenta
años de éxitos y ochenta kilos de importancia y no pesaba más que cualquier
papelito; a su paso se abrían ventanas de ignotas oficinas y el grito renacía
con los de tantos otros. Laura corría con toda su confusa y desesperada
angustia, ciega por la melena revuelta y por sus lágrimas secas. Su alarido
desgarrador, que sabía a duraznos y vodka, se había ligado al de Ismael, y al
de la gente en la vereda y en los ascensores; y él volaba,
quieto y rígido, muy cerca del
piso, mientras ella se ahogaba en el loco palpitar de su corazón.
«¿Qué hiciste?» «No, no; pará» «¡No te lo creíste!»
«Este tiempo que decidimos darnos…» «¿Todo estaba podrido para vos?» «¡No, no,
por favor!»
Crujió el tacón de su sandalia derecha. El reventón
de Ismael contra las baldosas estalló junto con el de su propia caída
amortiguada sobre el cuerpo sin rostro.
Después se apagaron sus sollozos histéricos; no oyó
el nuevo arranque de los autos, las
voces, ni las sirenas…
Enarboló su celular de niebla y contestó la llamada
muda: “Hola… Sí… Esperame en la terraza con unos daiquiris… Llego ´en cinco’,
más o menos…”
miércoles, 4 de enero de 2017
Poco antes de que los domingos fueran amargos
Dos versiones de un mismo tema: el primero para cien
palabras (Microcuento de Cadena Ser).
El segundo, ampliado para cuento breve.
Años de sequía
Poco antes de que los domingos fueran amargos ya sentíamos
la falta de horizontes. Siempre fue dura la vida del labriego; pero a los domingos los había
hecho el Señor para que viéramos su sonrisa en las nuestras. Ahora, una
polvareda gris mataba la luz del paisaje. Los campos se estaban volviendo
estériles y tristes; y nosotros también: no había canciones para alegrar los
domingos, ni bastante pan para compartir; y la semana agotadora e infructuosa
nos ataba al silencio triste de la vivienda..Entonces decidimos emigrar.
Tiempo de sequía
Una polvareda gris mataba la luz
del paisaje. Los campos se habían vuelto estériles y tristes; y también la
gente: no había bastante pan, ni cerveza, ni canciones para alegrar los domingos; y la
semana agotadora e infructuosa ataba al silencio de la vivienda.
Lo decidió en esa nueva noche de
insomnio: partir, partir. Ella no quería que se fuera; pero acató su decisión
con áspero silencio.
Amanecía cuando el hombre,
esmirriado y cabizbajo, cargó su pequeño morral; sobresalían los mangos de un
hacha y una pala. ¿Trabajo o sepultura?
Dentro de la casucha quedaba su
gente; nadie se asomó a despedirlo; para qué…
El corazón reseco no anhelaba ternura; sólo mandaban los fantasmas: el
hambre y la desesperación.
Se puso en marcha pisando el
polvo; no era sino otro hierbajo reseco.
Entonces extrañó al sol. Un cielo
de nubes espesas y el olor de la tierra lejana y mojada cortaron su marcha;
anhelante e incrédulo recibió la primera gota sobre su cabeza, y escuchó el
envión de la lluvia que avanzaba.
Un trueno remoto llamó a la mujer
a la puerta de la vivienda. Corrió, desmelenada, y abrazó al hombre que lloraba
y renacía bajo la lluvia.
viernes, 30 de diciembre de 2016
Canción de Navidad para Mariano
Mariano
Oberlin está llorando en esta Nochebuena. Este joven barbudo y grandote es un
cura cordobés.
Hace
seis años le encargaron la parroquia de Müller, un barrio dominado por la droga,
más precisamente, por “el paco”; y él ha centrado su ministerio en el rescate
de los chicos y la denuncia activa del tráfico en la zona. Hace quince días, su
imagen sonriente iluminó los diarios: lo eligieron “Cordobés del Año” por su
obra: coaligar al vecindario para salvar a los chicos.
Esta
tarde estaba cortando el pasto de un baldío, en otro de los espacios de recreación, con varios
voluntarios; entonces lo asaltó la patota de adolescentes: le ordenaron dejar
la desmalezadora y correr; y empezó el tiroteo; esperaba sentir una bala en su
cabeza, pero su custodio disparó antes que los atacantes; no era su momento.
Hoy,
24 de diciembre de 2016, se está rompiendo su sueño, su alma, mientras vela al
chico de catorce años que quiso balearlo y fue baleado. Dura y amarga Nochebuena sin Jesús, ni Papá Noel , ni
brindis: Los compañeritos y las familias- pobres angelitos y pastores- están en
la calle, llorando, insultando, quemando
gomas…
“Dios,
Jesús…Si pudiera cambiar mi vida por la de este chico…, pero aunque yo muera,
él no va a revivir. Hoy siento que nada tiene sentido: ni las luchas, ni las
convicciones, ni las palabras, ni el trabajo infatigable por intentar cambiar
al menos una puntita de un sistema que está podrido desde la raíz".
«Mariano, hijito» dice Jesús desde el Pesebre
de la capilla «Tu sueño es como el mío: comienza en la pobreza y sufre en la
Cruz; pero no se muere. Y resucita en cada semilla que sembraste. Llorá,
Mariano, en esta triste Nochebuena; pero no me cierres la puerta: soy la
Esperanza y vos me hacés mucha falta; tu gente te sigue necesitando».
Una mano se apoya en el hombro de Mariano; es
una mano pequeña, pero se siente muy grande, liviana y cálida; una mano que lo
atrae hacia un corazoncito infantil: es el alma de “los chicos”.
Mientras otros chicos esperan a Papá Noel, sus
chicos (y tantos en todo el mundo), sólo esperan Vida: dignidad, paz, amor.
«Hasta mañana, Mariano» dice Jesús.
No sé qué contesta Mariano… De chico fue scout.
«¡Siempre listo!» dirá.
Beba Pihen – Dic, 2016
Episodio real ocurrido en el lugar y tiempo citados. Personaje real.
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