viernes, 30 de septiembre de 2016

El otro yo

Este cuento desarrolla una posible segunda historia a partir de "Hernán", de Abelardo Castillo (argentino- 1935). Contiene, asimismo, un poema de Alfonsina Storni: "La caricia perdida"

Quiero contarlo ahora, para no olvidarlo.  Para mantener el equilibrio sin invadir el espacio ajeno.
Cuando la señorita Eugenia entró por primera vez al aula, el otro Hernán me dictó la pregunta: «¿Por qué sigue siendo señorita?»
«Sos un degenerado, Hernán», me llegó el cuchicheo entre risas ahogadas.
Yo no era un ídolo indiscutible;  no había vivido ninguna de esas emociones rebeldes que se comparten con los amigos y cuyo mayor encanto es el secreto. Las risas alentaron al Hernancito malo que no puede volar por ahí dando disgustos a sus padres, y que de un codazo le cerró la boca al Hernancito modelo: «Vos sabés que no alcanza con ser abanderado y poeta y tener buena memoria; ellos, los otros, son  los dueños de las decisiones a la hora de hacer una fiesta, de invitar  o de presentarte  a una hermana, a una amiga. A los dieciocho, alguna vez se puede ser cretino: se puede pisar la patineta y echarse calle abajo en busca de aplausos. Allá vamos: cartitas, recitados, miradas». Y nos lanzamos, ella y yo, en nuestras patinetas transgresoras.
Pero esa tarde, cuando bailé con ella y la invité a pasear al astillero, me dolía el estómago; sentía que estaba descarrilando, y que nos estrellaríamos contra aquel barco viejo.
La Señorita Ingenua, perdón, Eugenia, también lo había advertido. El pimpollo de pasión que empezaba a enraizar en su alma llena de poemas ajenos se estaba malogrando bajo una llovizna de miedo y de realidades. «Será mi primera vez. No juegues conmigo, por favor. No destruyas mi sueño de amor» solloza su corazoncito palpitante.
Pasé mi brazo sobre sus hombros; recostó la cabeza…
Entonces… Se miraron, tensos.
«Es tu oportunidad de ser uno más, no un bicho raro»«No. Es tu oportunidad de encontrarte y de quererte»
—Vamos; usted sabe que esto no puede ser cierto, y que es un juego de chicos tontos. No sé qué estuve pensando. (El angelito bueno aletea).
Con las mejillas rojas, y el pecho agitado despierta Eugenia, avergonzada, espantada de sí misma. «Idiota», le dicen sus propios ojos llorosos. Respira hondo:
No, realmente; no puede ser… Ya ves cuántas tonteras puede hacer un adulto, Hernán, cuando no es dueño de sí mismo; fue una chiquilinada de los dos.
— No llore, Eugenia. Perdóneme. Volvamos. Nadie sabrá nada de esto. «¿Nadie? ¿Cómo quedás con los muchachos? Vamos, decile algo»
Y entonces se aliaron; como tantas veces  me pasó en la vida, Hernancito, el poeta, buen alumno y su mellizo el atorrante: “—Yo soy un enamorado de las letras y de su sencillez— le dije —; por favor, no quiero olvidarme de este día de aprendizaje: déjeme algo suyo, de la poesía que la inunda”.
Y ella también integró sus dos mitades. “Tonta. Me imagino la apuesta. Hasta aquí llega mi ingenuidad.” Con manos temblorosas, sin dudar, llevó sus manos al cuello y se quitó la bolsita de laurel: “¡Tomá, chamuyero! Mañana nos veremos en el aula. Sos tan niño… Chau. Me vuelvo en el ómnibus”.
A la mañana siguiente, la bolsita de alcanfor (o laurel, no está muy claro) colgaba del marco del pizarrón, como una palomita perdida.
La señorita Eugenia entró al aula, clavó la mirada entre espantada y dolorosa en el pizarrón y en mí. Luego respiró profundamente, muy hondo, y ordenó: «Lectura silenciosa “La caricia perdida”, de Alfonsina Storni;  página catorce de la Antología».  Mientras la buscábamos,  tomó la tiza, descolgó la bolsita  y la echó al basurero.

La Caricia Perdida-  Alfonsina Storni
Se me va de los dedos la caricia sin causa,
Se me va de los dedos... En el viento, al pasar.
La caricia que vaga sin destino ni objeto,
La caricia perdida, ¿quién la recogerá?
Pude amar esta noche con piedad infinita,
Pude amar al primero que acertara a llegar. 
Nadie llega. Están solos los floridos senderos. 
La caricia perdida, rodará... rodará...
Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
Si estremece las ramas un dulce suspirar,
Si te oprime los dedos una mano pequeña
Que te toma y te deja, que te logra y se va.

Si no ves esa mano, ni la boca que besa,
Si es el aire quien teje la ilusión de besar,
Oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
En el viento fundida ¿me reconocerás?

Micros de "Portal del escritor"

·        La aventura de Escribir: Portal del Escritor" es una página en Facebook, coordinada por Diana Morales. Dos veces por semana propone títulos para microrrelatos o poemas.  Estos son  los que yo he escrito, y me gustan mucho. Y por ahí también guardo textos de mis compañeros.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                        *.(Alicia Jiménez)Arrancaré las ramas con las que me sometiste, y brotaré creciendo, alimentando mis raíces con los restos de tu cuerpo. 
Empezaré de nuevo... Sin tu aliento en mi costado, sin la sensación de miedo, sin la ingenuidad perdida, y tan fría como el hielo.
Empezaré de nuevo... Te pudrirás lentamente, yo volaré con el viento olvidándome del monstruo y comenzando mi cuento. 

Empezaré de nuevo...
Empezaré de nuevo. Ya desactivé el predictivo. Ahora sí: TE AMO (y no TARADO).
·         *Cuando oyera tu llamado ¿qué es lo que TIRARÍA? ¿Esos DÍAS y NOCHES en los que viajamos la vida soñando que nos amábamos? ¿Estos DÍAS y NOCHES de dolor y ausencia?
·       *  Abrió emocionado aquella puerta; las tapas del libro prohibido le cedieron el paso al mundo de los adultos.
·         *Destiny I: Destiny aparecía por todos los rincones imaginables. Aquella chica fue mi amiga invisible en la infancia; la que me susurraba los operativos más insólitos para que me consagrara como el más malo y rebelde a los ojos de la autoridad,  y como el jefe indiscutido y temido entre mis compañeros; pero también era Destiny  la que se reía de mí cuando la mala fama me cerraba puertas; la que me volvía la espalda y me dejaba envuelto en sus carcajadas y en una nube de ira y decepción.
Fue creciendo conmigo, mostrándome nuevas  oportunidades de opciones según mi edad y mi lugar social. «Dale. Vos sos así», apuntaba Destiny, mientras yo me entregaba al desorden y la violencia; mientras me quedaba más solo en mi soberbia.
Uno de los peores días de mi vida le hice mucho daño a quien confiaba en mí;  su llanto herido y desilusionado lavó el hechizo; sus sollozos me impidieron oir los cuchicheos de Destiny. «¿Por qué, si vos querías hacerlo de otro modo?¿Por qué si eras feliz y me hacías feliz?»
Entonces descubrí que Destiny era una de esas gemelas malogradas y enquistadas en el hermano,  en mi alma; y que estaba muerta; y que yo era mi Destino, el único capaz de elegir para ser realmente humano. Cuando sequé las lágrimas que había causado y puse mi mano en otra mano, acepté que era  uno como todos, al mismo tiempo necesario y necesitado.

·         *Destiny  II—Sí, Destiny; ese es mi nombre.
La chica tendría dieciocho años; una chica común, con algún gramito de más en la cintura y unos cuantos detalles descuidados en su sencilla elegancia pueblerina.
—Destiny. Destinada. ¿Ya sabes a qué?—  El anciano le sonrió entre sus largas barbas blancas, y le tomó la mano derecha.
Bajo la carpa polvorienta de la feria el hombre y la chica se miraban como fascinados.
—Supongo que a la felicidad. Espero que usted me ayude a descubrirlo, señor.
—Creo que ya lo descubriste; hasta aquí, tu mirada está llena de confianza, mientras te chispea de curiosidad e interés. Tu destino es hacer tu felicidad con frutos de paz.
—¿Llegaré a la felicidad, entonces?— murmuró la chica.
—No lo sé, aunque creo que sí. Cuando sea la hora te darás cuenta de que has llegado porque todos los que has amado te están mostrando cómo lucen tus frutos.

*    Recuerdo aquel primer beso de cualquier película romántica hasta los años cincuenta. Tanto podía ser una de cowboys como una comedia cotidiana de entonces: la chica de enfrente, el compañerito de la secundaria, aventureros en la selva o amor de verano en la playa. Todo era mesurado y tan dulce como un flan de dulce de leche. Y el primer beso era secreto: el oportuno sombrero de uno de los dos servía de telón para ocultarlo; y el The End, en letras góticas doradas, se desplegaba en primer plano entre los acordes triunfantes de la música de fondo. El cine no hacía escuela; cada quien aprendía cuando se lo pedía la vida.

*   La nieve arreciaba sobre Praga. "Estoy perdido" se dijo el detective. "Moriré congelado si no llego pronto al hotel". Su celular vibró en el bolsillo. Con una extraña vocecita de niño sabihondo el GPS empezó a dictarle el camino.

*    Sin “a”: Ese día podré decir que te conozco. Yo sé que escondes mil secretos; percibo tu submundo de titubeos, errores y desilusiones, y tus confusos proyectos. Descúbreme este sitio misterioso que te oprime; y entonces podré decir que te siento muy próximo y que podremos discurrir juntos construyendo futuros.
·         *.Se apagaron las luces; todo estaba perdido. Su PC se quedó oscura, resignada y fatalista. No había guardado los cambios y su inspirado poema se disolvió en la nada. ¿Y este es el triunfo de la tecnología?
·       *  Los  equipajes cayeron al río, desde el ómnibus siniestrado.  Allá fueron todos mis escritos. Dulcemente, él trató de consolarme.  Esa tarde entró en mi vida.
·        * Laura despierta durante esa madrugada de verano. Tendida en su cama se siente lúcida, pero ajena a su entorno y a su propio cuerpo. Una extrema lasitud le impide reaccionar ante los rayos azules que la envuelven y la izan hasta su ventana abierta, en el sexto piso del edificio céntrico.  En medio de un silencio insólito, sin frenadas ni bocinas, flota hacia el vehículo espacial que la absorbe. Dentro, todo es anónimo, frío y brillante. No sabe por qué  comprende  que esta es la avanzada  de una invasión interplanetaria. Pero no tiene miedo ni curiosidad. ¿Cuál es su destino? Sinceramente no la preocupa en absoluto. No imagina cuánto ha cambiado ya su existencia.
·         . *Todo saldría bien si esa noche llovía                                                                                                                                                  Ella recordaba un poema: "Amo las noches de lluvia... Son de una intimidad intensa y dulce,,," Sería la noche del reencuentro, del abrazo postergado... Él también ansiaba que lloviera esa noche; el avión debería suspender el vuelo, y él tendría una excusa perfecta para no volver a casa y pasarla bien sin el anillo de bodas.

·       *  Un Beso: Monika Fikimiki Un beso rápido, silencioso, cálido... Sus ojos, llenos de ternura y devoción, hicieron que me temblara la mano, tocándola. Luego se fue corriendo detrás de aquel coche, ladrando, queriendo ahuyentarlo y escuché su lamento junto al frenazo. Luego silencio, solo ese silencio doloroso. Lo que me quedó de ella fue un beso.

·         *Un beso... ¿Qué significa un beso de la misma boca llena de mentiras? Nada los une ya. Ni siquiera un beso.

  • .Culpa

              Culpa…
              Nadie quiere tenerla pero es nuestra;
                 porque nos da pavor equivocarnos
                  y desatar tormentas…

Un hilo en la locura


La flaca rubiecita sacudía su melena al ritmo de su silbido romántico: "La barca".
La otra flaca, la morocha, leía en voz alta un párrafo de su futura novela:
—"La barca", se llama: "Dicen que la distancia es el olvido..."
Cerca de la pelirroja y la morocha, mujeres de mediana edad, se balanceaba una señora totalmente calva, esta sí muy vieja; danzaba como enamorada; canturreaba la melodía del silbido con las palabras que lograba retener, de la futura novela
—Distancia, cautivo, amor, playa, naufrague...
—"¡No! No llores más; nos queda poco tiempo"— leyó la morocha— "tristemente, tiernamente, como se va el amor…"
De inmediato, la rubiecita silbó su propia versión de “En nuestra despedida”, de Salgán y Silva; la señora muy mayor amagó unos pasos de tango y también cambió su emisora: “hablarte, sueños, esperanzas …”
La celadora se detuvo y sonrió desde la entrada de la salita monacal y penumbrosa; junto a la ventana enrejada que mostraba un jardín vulgar, las tres mujeres, en camisón y zapatillas, estaban absortas en sus burbujas; no se conocían; tal vez no se percibían; pero un hilo impalpable, un hilo de arte, de sentimientos, las unía en la soledad del manicomio. 
Ya se publicó la 4° recopilación de Móntame Una Escena, del Taller de Literautas. Participa mi cuento, "El Lápiz Mágico". Contiene 329 páginas que recogen los trabajos mensuales de los participantes en el ciclo 2015- 2016;  se puede bajar desde la web de Literautas (http://www.literautas.com/es/taller/libro-taller-montame-una-escena-recopilacion) o comprarlo en papel; el producto se destinará a la ONG  Educación sin Fronteras; lamentablemente los argentinos no podremos acceder a esta última opción por cuestiones cambiarias.