domingo, 12 de diciembre de 2021

¡¡TANTAS NAVIDADES!!

Un cuento poco ortodoxo: una ensalada de historias; un revoltijo de visiones . Y un aceite suavizante y unitivo: Un Eterno Niño Dios que siempre llama a la ternura, a la paz, aunque la ensalada tenga mucho vinagre.

1-

Hoy se recuerda una historia que ocurrió hace muchos años: 

"En Belén nació Jesús en un establo pobre y frío .

 José y María llegaron buscando un alojamiento. María estaba de parto, angustiada y dolorida.

Y por aquello del censo prepotente, no había albergue en el poblado..." 

Tienen miedo de los pobres, y de tantos peregrinos extranjeros.

 Aseguran sus moradas, sus bolsillos, su presente.

¡Qué bueno hallar un establo en una cueva cualquiera!

"¡Por fin ha nacido el Niño: los dos están muy cansados, pero sonríen y rezan!

Un coro de ángeles puros

canta desde las estrellas:

 “El Salvador ha nacido…

Paz a los hombres que creen”

"Y unos pastores muy pobres, sacudidos del milagro, le llevaron ovejitas… y así se entibió el Pesebre".

No entendían demasiado, aquello del Salvador. (A lo mejor el chiquito echaba a tanto romano altanero y pecador…)

Todo era puro sentir… Sentirse maravillados, capaces de dar amor.

 

2- Las familias del pueblo volvieron de la Misa de Nochebuena.

No había demasiada comida, de modo que la cena fue un plato de sopa caliente; el lujo, mantener encendidas más velas que de costumbre, durante unas horas; y el regalo, la alegría de estar juntos, en armonía, bendecidos; habían dejado su limosna en la Iglesia y conocían el destino de las monedas.

Afuera, entre los árboles se vio pasar a un hombre, tal vez otro aldeano, que se acercó sigiloso a una casucha sin luces.

El hombre en la sombra, era  Nicolás (Claus), el párroco, que se detuvo junto al ventanuco sin vidrios, silbó un villancico y dejó un paquete de provisiones y unas monedas de la colecta de la misa.

No más que una imposible caricia, porque el yacente, baldado y mudo,  estaría encerrado hasta la mañana; entonces volvería el chico, su nieto, que cuidaba los renos de un vecino; los lobos eran impredecibles en sus visitas.

Desde su pesebre dorado del altar, el Niño Jesús, sonrió una cascada de bendiciones para Claus y para  todos.

3- Pasaron los años.  El histriónico Santa Claus se preparaba para su viaje surrealista. “Operativo Navidad”… Se reía a carcajadas mientras lustraba la nariz de Rodolfo, el reno.

“Papá Noel va a operar el gran cambio en tu vida: ríe, come, festeja…”, leyó el jovencito que acababa de ser aplazado en su último examen; era el tercero; repetiría el curso; justo cuando sus padres se estaban divorciando; justo cuando su padre había perdido el trabajo; justo, cuando pasaba una manifestación de protesta … Tantas cosas injustas…

Demoró el paso hacia su casa… “Papá Noel… qué fácil arreglamos la vida con una campanita y un vaso de sidra”.

4-  Navidad, otra vez...Rodolfo, el de la nariz roja, luce más apolillado y rezongón que nunca. Sé que, otra vez,  esta será una Navidad diferente.

—  ¿Te llegaron cartitas, por lo menos? ¿Te mandaron la partida de juguetes modernos?

—   Y… no… La Coca está mandando menos remesas.  Ya me comentó hace varios días que no soy una buena publicidad para la Coca Light; y que los chicos no creen en mí.

     Sí… los chicos están “de vuelta” y los papás se ocupan de los regalos, hasta donde les da el bolsillo

— Debe ser la crisis.

—La crisis de valores, dirás. Ponen Papás Noeles desteñidos y amargados a las puertas de los centros comerciales; es más rentable que distribuir juguetes pasados de moda.

Y giró tembloroso pero enérgico. Él  tiene i-phone en los cuernos; se conecta y sabe de qué va el mundo.

Yo me senté a rumiar mi decepción. ¿Qué es el Espíritu de la Navidad? ¿De qué sirvieron tantos años de sabañones, reumas y catarros?

Entonces, hubo un vientecito entre los abetos y sonó la voz del Eterno.

—Vamos, Nicolás. Vos sos la magia, los sueños. Y los humanos necesitan soñar, volar entre las estrellas, sentir la alegría de estar juntos. Así se abre el camino a los afectos, a la buena voluntad, para el año que viene. Te dejo un regalito. Andá a hacer lo tuyo, y mi pequeñito de Belén hará lo demás.

Y hubo silencio y paz. Y, de pronto, campanas.

Los renos se han dormido. Los llamo. ¡Milagro de Navidad! ¡Les brillan los cuernos y las pieles!

Rodolfo avanza dando saltitos: «¡Dale, Santa! ¡Por suerte se nos pasó la gastritis!»

Y yo, a media crisis todavía, pienso y decido:

«Creo que este año me bajo en cualquier casa y exijo que me conviden sidra y pan dulce. 

¡Bah! No... Mejor nos colamos en algún pesebre, a la sombra del Arbolito; los renos platicarán con las ovejas y burros. Yo.le haré unos “jo, jo, jo” suavecitos a Jesús Niño; y me sentaré cerca del buey, para que todos estemos cómodos y felices. 

 

 

lunes, 18 de octubre de 2021

Manojos de margaritas

 

En aquellos días, me regalabas manojos de margaritas. La alegría de tenerte cerca, amor, exaltaba mi corazón.
Después vinieron el pavor, la desolación, la guerra. Y cada una de tus cartas arrancadas a la hecatombe, arrastradas hasta mis manos, era una resurrección de margaritas de esperanza.
Y un día terminó el horror. Unimos nuestras vidas y cada mañana fue, otra vez, una alegría simple, pura y dorada.
¿Por qué de pronto sentí que crujían esas paredes de confianza?
Intuí tus dudas, tus experiencias nuevas, calladas y ocultas.

Y otra vez fue la guerra. Mi corazón era un campo de batalla lleno de cicuta. Como no me quedaba claro a quién dispararle (a vos, que te volviste hosco y reticente; a esa imaginada desconocida que te estaba raptando; a mí que tambaleaba llena de angustia y confusión) las quemé en una fogata insólita de lágrimas.

Nunca supe quién se había cruzado en nuestras vidas, quien te desgarraba el alma con sus ojos y sus manos; quién tejía esa malla de culpas en tus miradas y en tus silencios. Yo la imaginé hermosa y sensual, pero no la busqué para implorarle.

En cambio cultivé para vos, las nuevas margaritas de comprensión y diálogo franco, de serenidad y ternura.

Y supe que estabas liberado, cuando vi en tus ojos la chispa de la confianza. Una luz dorada como el centro de una margarita. 

jueves, 14 de octubre de 2021

ALBORADA

 Reto de Territorio de Escritores

Tan platinada y fría

como una vieja meretriz sin limerencia,

la luna se ha arropado en  la penumbra,

cansada, adormilada, casi ciega.…

Con su escalpelo longitudinal, ya el sol revela

las siluetas  ocultas de los bosques,

desde  el Este pintado de magenta;

y  en la brillante honestidad de su rutina,

desde la eternidad profunda,

despierta  ruiseñores en la aurora ,

le regala aceitunas al olivo,

y una caricia tibia

a  los restos de mármol de un asiento.

Se ha sentado  un  pastor, con su rebaño;

me saluda y me brinda en la colodra

la tibia leche del reciente ordeñe;

cerca de él  van triscando  trece ovejas.

«¿Trece son, pastorcito? ¿No te aqueja

la triscaidecafobia de la gente?

«Trece son, sí señor,  no tengo miedo.

En verdad, lo que ha dicho no lo entiendo.

Soy rústico pastor; mi corazón está en sosiego.

Y agradezco al contar tantas ovejas

la generosidad de la naturaleza».

 

Sinfonía Pastoral


Primero es el silencio, y el telón cerrado. Después se va corriendo…despacito. Hay un rubor celeste, rosado, amarillento… una delgada línea blanca que se vuelve dorada.

Y hay un punto de sol, que va creciendo;  y mientras  se levanta,  rojo , majestuoso,  dibuja la alborada con su lápiz mágico. Despreocupado y feliz, chispea en las copas de los sauces.  Entonces, de uno en uno, pían despacito los jilgueros,  mientras el sol baila cuesta abajo por los troncos, hacia los pastos, el arroyo  y las cuevas; y cuesta arriba pinta el cielo de azul claro, y más y más intenso.  

Por ahí, ha balado un ternero,  y el agua balbucea entre las piedras.  Y suena el xilofón  de alguna iguana, corriendo entre los churquis.

Un tenue sostenuto del pícolo… un crescendo…  y de improviso, estalla la orquesta: coros de trinos, en las flautas…  mugidos y balidos largos, de saxos y de trompas … timbales, en la primera cabalgata de la manada y el ladrido de los perros.

  Un silbido bajito, de zamba o chacarera; el primer mate; una canción a media voz,  mientras el maíz cae en arpegios en el remolino de plumas y cacareo ;  el primer pastoreo del rebaño, suena como un tambor adormecido, acariciado por la baqueta.

Ya es pleno día.

Metal de una campana  sencilla y remota;  ostinato de un chico que juega a la pelota.

Y un piano, dulce, en la voz de un bebé que se despierta y llama. 

domingo, 10 de octubre de 2021

DIVAGACIONES SOBRE POLVO DE ESTRELLAS


"Estamos hechos de polvo de estrellas. Somos polvo de estrellas que piensa acerca de  las estrellas. Somos el medio para que el Cosmos se conozca a sí mismo.”

—¡Jua, jua, jua! ¡Jua, jua, jua!

Los dioses panzudos bailotean un hula-hula, a menudo que les llegan los ecos  de Carl Sagan mezclados con el humo de las guerras y los incendios, y el rugir de las eras que sepultan especies. Quietecito, calmo, el Dios del Amor, prepara velitas y ángeles de la guarda...  Y espera...

— ¡Son el medio para que el Cosmos se conozca a sí mismo!¡Jua, jua, jua! ¡Si no pueden conocerse ni  reconocerse!…

Y mientras estallan sus carcajadas, y se zangolotean con un cubilete en las manos, las estrellas se descascaran. En la lluvia de desechos viajamos nosotros, los astronautas.

—¡Ahí va otra flota ! ¡Bendiciones para ustedes! ¡Son nuestros hijos! ¡Son poderosos!

El Dios del Amor, sonríe y espera. Él agrega otro componente a los minerales del polvo cósmico; una caricia y una velita.

***

Fuimos  hechos en ”un polvo”…  Singular, único… Cuando otros dos astronautas mezclaron los ingredientes sin medirlos, ni calcular el resultado. Mientras,  los dioses tiraban sus dados y caía más polvo desde las estrellas. En nosotros se encendió la velita; la sonrisa primigenia: la Esperanza. 

Solamente, había que mantenerla prendida, 

Pero no sabíamos muy bien qué era. Y no la necesitábamos. 

Nosotros, los gigantes, los poetas del amor y de los sueños… Nosotros,  los genios que timoneamos el devenir  desde la ciencia… Nosotros, que decidimos, desde nuestra actitud, la vida en el mundo,  estábamos confundidos: no somos Lo Absoluto.

Convivimos con los otros astronautas; los que nos proveían y sostenían...

  No nos dimos cuenta de que el resto de la flota, palmeras, dinosaurios, flores, gatitos, piedras, peces, rocas, zanahorias… tampoco eran absolutos.  

***

Arden los campos y los bosques;  y sucumben  las ciudades.  El fuego, (o una pandemia, o la depresión, o… ) avanzan sobre nuestras creaciones, y nos tiran del podio.

Y en medio de las ruinas, buscamos  la respuesta en las estrellas…  desde las que siguen partiendo hacia la nuestra, millones de astronautas imprevisibles: justos y pecadores… ingenuos y atorrantes…marcianos o venusinos…mansos o agresivos...  nutritivos o venenosos, ¿Quién es más que quién? 

Los dioses siguen de juerga.

 En un rinconcito de nuestro corazón, lloramos desesperados, angustiados. El Dios de Amor, El Ingenuo, nos espera hasta que pasa el berrinche Después, ya con la cara lavada, nos prende, otra vez, la lamparita de la Esperanza.


 

.



 

 

sábado, 9 de octubre de 2021

SOMOS POLVO DE ESTRELLAS




Somos polvo de estrellas… Ya lo dijo Carl Sagan:

“El nitrógeno en nuestro ADN, el calcio en nuestros dientes y huesos,  el hierro en nuestra sangre, y el carbono en nuestras tartas de manzana, fueron hechos en  el interior de dos estrellas que chocaron…”

Somos polvo de estrellas... El sentido común, la personalidad, las vocaciones, se irán formado, supongo, en aleaciones azarozas de los elementos vitales. Astronautas que sueltan los dioses cuando sacuden sus dados; astronautas a la deriva... Y ellos apuestan por si seremos flores o dinosaurios, o humanos terrícolas o marcianos... O se van a dormir la mona,,,

 “Estamos hechos de polvo de estrellas. Somos polvo de estrellas que piensa acerca de  las estrellas. Somos el medio para que el Cosmos se conozca a sí mismo.”

Y finalmente aterrizamos en alguna instancia del Cosmos. Nosotros, los gigantes, los poetas del amor y de los sueños… Nosotros,  los genios que timoneamos el devenir  desde la ciencia… Nosotros, que decidimos desde nuestra actitud, sobre la vida en el mundo. Nosotros, convencidos del poder de nuestros lazos familiares con los dioses. creadores, ordenadores, depuradores. 

Pero nuestro testimonio es caótico.

Cada quien fue hecho en ”un polvo”…  Singular, único… Cuando otros dos astronautas mezclaron los ingredientes sin medirlos, ni calcular el resultado. Mientras  los dioses tiraban sus dados y caía más polvo desde las estrellas. Ellos se estremecian en carcajadas jugando a adivinar si seríamos margaritas, dinosaurios, piedras

Yo soy uno de tantos astronautas lanzados a la vida para ser un pretencioso testigo de Lo Absoluto.  Soy Polvo de Estrellas, pero no sé que significa Lo Absoluto, Ni siquiera me entusiasma sembrar una cebolla, cuando hay tantas y faltan tantas.

¡Polvo de estrellas! ¡Qué bonito suena! Es una campana impertérrita que garantiza nuestra supervivencia como humanos…Favoritos de los dioses…  

Arden los campos y los bosques;  y sucumben las ciudades. nos falta el agua y las abejas; nos sobran inventos,

 El fuego, (o una pandemia, o la guerra, o la depresión, o… ) avanzan sobre nuestras creaciones, y nos tiran del podio.

Y en medio de las ruinas, buscamos  la respuesta en las estrellas…  Allá los dioses siguen sus partidas compulsivas y franelean con las  estrellas ... Llueve el polvo y  siguen partiendo hacia  nuestra estrella , y desde esta,  millones de astronautas imprevisibles: justos y pecadores… ingenuos y atorrantes; gente, flores, gatos…¿Quién es más que quién? 

 

 

TOPOS EN LA BIBIBLIOTECA DE LOS SUEÑOS

 

 Una batahola estridente pulverizó  el silencio pulcro de la bibiblioteca del abuelo. Y su dueño sonrió benévolo bajo sus bigotazos. «¡Qué podía esperarse de estos chicos! »

A él también lo llamaban Topo. ¡Cuántas horas en esa biblioteca, develando los entresijos de la humanidad! ¡Y cuántas mañas secretas!  

Laura y El Topo invadieron el pasillo de la derecha. Sus patines trazaban surcos dolorosos en el parket.  Gritaban como energúmenos  en la cancha de fútbol.

¡No, no te me vas a escapar, chinita desgraciada!

—¿A que sí, pavote? ¡Topo chicato!¡Topo chicato! 

Y en su risa tintineaba la secreta sabiduría de la adolescencia.

Adolfito, El Topo, era bastante más lindo y astuto  que un topo convencional. Sujetó bien sus anteojazos,  giró sobre sus patines y encaró en diagonal, hacia la izquierda, entre los sillones de cuero, para cortarle camino.

Y alcanzó a su prima…

Mejor dicho, al borde de su melena teñida de fucsia.

La sostuvo, tironeando como si fuera una rienda y la apretó contra su cuerpo.

Y con el envión de los patines aterrizaron sobre una poltrona María Antonieta forrada en raso carmesí.

Los libros meditaban, apretaditos en sus filas estrictas:

«¡Lo que habría disfrutado aquella reina, en su momento! ¡La misma poltrona en la que el circunspecto abuelito leía sus sesudos tomos de filosofía!»

Desde la izquierda, revolotearon una risitas: «¡O se despachaba a gusto con alguna mucama!»

Y entretanto, la reina siglo XXI chillaba y se retorcía… y reía a carcajadas: “No, no, no. ¿Qué hacés? ¡No seás asqueroso!”

Él susurraba;  y revolvía adolescentes intimidades secretas.

Y los dos jadeaban en la pugna ancestral de la pareja humana. Y se relajaban, en la cómoda elegancia del mueble.

Rígidos y oscuros,  los libros  de la derecha manifestaron su indignación ante tamaña grosería. Chispeaban las letras doradas de sus lomos.

Pero los de la estantería izquierda, los de tapas de cartones brillantes y hojas ásperas… ¡Cómo se divertían, los muy pillos con este sainete inesperado!   

lunes, 27 de septiembre de 2021

La jaula de las locas

 The Birdcage (Una jaula de grillos en España, La jaula de los pájaros en Argentina y La jaula de las locas en el resto de Hispanoamérica) es una película estadounidense, estrenada el 8 de marzo de 1996 y dirigida por Mike Nichols con adaptación de Elaine May al guion original. Se trata de un remake de la película franco-italiana La cage aux folles de 1978, que a su vez, está basada en la obra teatral homónima.

LA JAULA DE LAS LOCAS

El reloj de la torre anunció la medianoche.  Las campanas sonaron opacas, tan asustadas como los pobladores que se encogían en sus dormitorios. Y renacían los miedos.

El silencio polvoriento se llenó, de pronto de carcajadas y gritos.

Ahí  adentro, las locas estarían recorriendo  todos los ambientes; se perseguirían para  empujarse en pasillos y escaleras.

 Sin duda, en el aire que olía a sulfuro y a rosas viejas, sus huesos marcarían el ritmo de centenarias gavotas y minuets.

Las locas… Era cierto, sin duda. Aquellas preciosas princesas ¿de Versalles, tal vez?, sacudían sus esqueletos y jugaban a la pelota con  sus cabecitas degolladas. Y sus túnicas impalpables se deshacían sobre los muebles carcomidos.

¿Pedían justicia? ¿Alardeaban de sus privilegios? ¿Se vengaban  con el terror que desataban desde los siglos?

De pronto, el reloj se reactivó y cantó las cuatro. Ya iba a amanecer.

Y las locas se disolvieron en las alfombras y en las cortinas, antes de que cantaran los pájaros.

UN pastorcito arreaba su majada, y se persignó frente al  viejo manicomio. El palacete se borroneaba bajo la pátina del tiempo y la desidia.

viernes, 20 de agosto de 2021

MEMORIAS


Noche de Pascua. La  aldea estaba de fiesta  “Resucitó”, era el mantra; por fin se podía cantar y bailar y comer lo que fuera. Y gozar de los cuerpos jóvenes curtidos en los campos. 

Los campos… Unos terrenos desparramados por donde lo habían ido disponiendo los ancestros. Los de él y los de ella… Las dotes de bodas concertadas y no siempre deseadas. 

Las tierras y los hijos eran el futuro estrecho y doloroso que mostraba la vida… “lo que Dios quiere”, …”ganarás tu pan…”; “parirás tus hijos...”.

Pero esta era una noche venturosa. Corría el vino y volaban las coplas, cada vez más audaces y ardientes; y  se relajaba la vigilancia de padres y vecinos. Con mayor o menor donaire, todos danzaban y empinaban las botas para que se borraran los presagios y resucitara la alegría; hasta el viejo cura zarandeaba una pandereta y saltaba en torno a algunas beatas audaces.

En algún momento,  en el frenesí de la fiesta, se escaparon Carmen y Lorenzo. Como lo habían hecho durante toda la Cuaresma, los muy villanos se arrumacaron  junto al río a la sombra de los mimbres. Los requiebros y suspiros, los siseos de la ropa. los jadeos, rompían el silencio de los pájaros dormidos.

Pero alguno debe de haberse despertado y les aleteó la alarma a los padres, al cura y a todos los viejos vecinos. Las amenas muñeiras se rompieron en gritos desaforados y carreras tambaleantes. 

¿Un descuido imperdonable en un par de viejos? La niña ya tenía veinte años; era bonita, pero  iba para solterona. Así y todo,  no serían sus padres quienes la dejaran a su aire con ese libertino de Lorenzo, un paria sin patrimonio; aunque trabajador, hay que decirlo.  

El vino y los años (y los amigos de los fugitivos), conspiraban a favor del amor, la única resurrección de los humanos. No llegaron a encontrarlos juntos.

Hubo un revoloteo de refajos y calzas. Y cada cual apareció en el camino, por distintos puntos, con aire inocente, pero igualmente agitados.

Carmen quedó recluida y sollozante en la casa paterna. Lorenzo fue puesto bajo la custodia del cura que lo tuvo plantando cebollas y papas en el huerto de la capilla. 

Y al otro mes… Hubo que casarlos…  Ý contactar con parientes que ya habían emigrado. Y subirlos como fuera, al primer barco. Un nuevo mantra regía la vida en aquel entonces: América.

Asi llegaron mis abuelos a mi país. Mi mamá ya venía con ellos.

MEMORIAS

Noche de Pascua. La  aldea estaba de fiesta  “Resucitó”, era el mantra; por fin se podía cantar y bailar y comer lo que fuera. Y gozar de los cuerpos jóvenes curtidos en los campos. 

Los campos… Unos terrenos desparramados por donde lo habían ido disponiendo los ancestros. Los de él y los de ella… Las dotes de bodas concertadas y no siempre deseadas. 

Las tierras y los hijos eran el futuro estrecho y doloroso que mostraba la vida… “lo que Dios quiere”, …”ganarás tu pan…”; “parirás tus hijos...”.

Pero esta era una noche venturosa. Corría el vino y volaban las coplas, cada vez más audaces y ardientes; y  se relajaba la vigilancia de padres y vecinos. Con mayor o menor donaire, todos danzaban y empinaban las botas para que se borraran los presagios y resucitara la alegría; hasta el viejo cura zarandeaba una pandereta y saltaba en torno a algunas beatas audaces.

En algún momento,  en el frenesí de la fiesta, se escaparon Carmen y Lorenzo. Como lo habían hecho durante toda la Cuaresma, los muy villanos se arrumacaron  junto al río a la sombra de los mimbres. Los requiebros y suspiros, los siseos de la ropa. los jadeos, rompían el silencio de los pájaros dormidos.

Pero alguno debe de haberse despertado y les aleteó la alarma a los padres, al cura y a todos los viejos vecinos. Las amenas muñeiras se rompieron en gritos desaforados y carreras tambaleantes. 

¿Un descuido imperdonable en un par de viejos? La niña ya tenía veinte años; era bonita, pero  iba para solterona. Así y todo,  no serían sus padres quienes la dejaran a su aire con ese libertino de Lorenzo, un paria sin patrimonio; aunque trabajador, hay que decirlo.  

El vino y los años (y los amigos de los fugitivos), conspiraban a favor del amor, la única resurrección de los humanos. No llegaron a encontrarlos juntos.

Hubo un revoloteo de refajos y calzas. Y cada cual apareció en el camino, por distintos puntos, con aire inocente, pero igualmente agitados.

Carmen quedó recluida y sollozante en la casa paterna. Lorenzo fue puesto bajo la custodia del cura que lo tuvo plantando cebollas y papas en el huerto de la capilla. 

Y al otro mes… Hubo que casarlos…  Ý contactar con parientes que ya habían emigrado. Y subirlos como fuera, al primer barco. Un nuevo mantra regía la vida en aquel entonces: América.

Asi llegaron mis abuelos a mi país. Mi mamá ya venía con ellos.


jueves, 19 de agosto de 2021

Madurando

Vos podés- me dije.Y me eché a la espalda
todos los proyectos.
Y pinté en mi cara la mejor sonrisa,
y activé mis pies cual si fueran pétalos
sueltos en la brisa.

Delante de mí, se abría la vida.
Me sobraba el tiempo, toda la energía.
Liviana mochila de espuma de sueños
sostuvo mi vuelo,
hasta que en la esquina…
encontré a  la gente.
La gente concreta,
la que también sale a volar quimeras;
la que necesita no sólo mi espacio, 
también mis oídos,  
mis manos, mi aliento.
O  queda , de pronto, desnuda de ideales,
y solo pretende
que la deje quieta, dormida, cansada,
justo en mi camino, tan dulce y liviano
que ya se ha deshecho.
Ya es hora
De echar  a la espalda las piedras más duras,
Las frutas amargas,
Para que cimenten
Este nuevo vuelo que emprendo en la vida,
Con otra mochila: la de la experiencia.
Prudente, serena, activa, paciente.
Tú puedes, me digo, y avanzo sonriendo.



miércoles, 11 de agosto de 2021

Guardar un secreto

Guardar un secreto

Nunca había tenido secretos dignos de guardar. Nada había sucedido, que cambiara demasiado mi vida de buena chica, responsable, cariñosa  y obediente.

Pero lo que vi esa noche por la ventana de mi pieza, fue muy especial. ¡Quién lo diría! ¡Jamás lo hubiera imaginado de esta gente tan cercana y honorable! ¿De modo que así era la cosa?

¿Y qué me importaba, después de todo?

Me dispuse a guardar el secreto.

Pero mi sonrisa burlona ante sus consejos patriarcales… la tensión soberbia de mi cuello y de mi espalda cuando me acariciaban… la mirada acusadora…  eran como un tañido amenazante  que viajara desde lo más profundo de mí misma hacia ese cariño de bijouterie barata que nos vendían.

No faltó quien lo notara.  Me pasó lo mismo que cuando hago una comida muy condimentada: hay tantas pistas en la casa… 

Quien más, quien menos, todos tratan de adivinar… Y preguntan. Y no les gusta quedarse sin respuestas. Y espían. Y acechan… Entonces, les sirvo un estofado que huele parecido, y todos contentos.

Yo me siento poderosa y sigo guardando mi tesoro… ¿Quién sabe si, en una de esas, se

 transforma en mi varita mágica?

O me lo llevo a la tumba, como mi abuela se llevó el suyo. ¡Pobrecita! ¡No entendí nada de su farfulleo! ¡Solamente que me amaba y confiaba en mí.

martes, 8 de junio de 2021

La Niña Milagrosa



—¡Lástima que sea  tan traviesa  e indisciplinada! ¡Con decirle que espía por la verja del claustro!

—  cuchichearon  Sor Josefa y  Sor Martirio.

—Es Culpa de esas canciones profanas y eróticas que se aprenden en la televisión. Pero  ya estoy  formándola; debe usar su voz para alabar al Señor.

—¡Los Misterios del Señor!— suspiró la Superiora.—En la música vuela el alma noble de los seres humanos.

“Doona, noobis, paaaacem, pacem”... cantó Normita, con las manos al cielo y los ojos cerrados.

Un hálito místico aleteó en las velas del altar. El incienso adormecía sus efluvios en los tapices y en los reclinatorios. Las últimas sílabas de la plegaria temblaron sutiles, ansiosas, confiadas.

—Sor Bernarda… Sor Bernarda… ¡Esta niña es milagrosa!

—Es sublime, Reverenda Madre. Vea usted cómo tiene en suspenso a todas las alumnas, con su voz  vibrante, sincera…

— ¡Y qué latín tan perfecto! ¡A Cappella!  ¡A los diez años!

Sor Martirio ordenó a las pequeñas feligresas que se postraran en adoración;  y Sor Bernarda  con pasitos tenues, para no romper el éxtasis, se acercó a Normita y la invitó a arrodillarse frente  al  Sagrario.

Pero algo chasqueó en su cabeza y empezó a temblar.

Y, de pronto, la niña milagrosa lanzó un aullido oscilante y disonante;  un Do 4, de 7 tiempos de compás de amalgama. Sus trenzas se desataron rebeldes en la cabeza.  Su cara aparecía distorsionada, cejijunta,

 De alguna parte del cielorraso venían bajando unas guitarras eléctricas, unas baterías aterradoras  y unas tijeras diligentes que recortaron hasta la ingle todas las primorosas y discretas polleritas del uniforme. 

Sor Bernarda retrocedió aterrorizada. Normita convulsionaba, montada en su Do4, mientras las otras niñas marcaban el ritmo atípico y visceral,  zapateaban sobre los bancos del coro y trajinaban eficientes, con los instrumentos y los estribillos:

—¡Yeeeaaa! Yeeaaa!

¡Ahí vienen las monjas, no quieren  bailar!

Y como estoy "rock and roleandooooo"

soy la diabla del lugar!"

 "Me asomé al patio del claustro.

 Con asombro  descubrí:

las monjas  no usan bombachas

de seda o de plumetí."

"Yeeea yeeea

Lo sé, los vi…

Sé que  usan unos calzones,

largos como pantalones

para cubrir el cu…tis.

 Jijijí. Jiiiií"

Los tomacorrientes echaban humo. Las otras Hermanas habían desaparecido.  La Madre Superiora lanzaba baldes de agua bendita desde un tragaluz, y el cortocircuito parecía inminente.

***

Sor Bernarda se sentó, de repente, en medio del patio, sobresaltada, con el hábito empapado, dolorida  por el cachetazo con que la Superiora la hizo reaccionar.

—¡Sor Bernarda! ¡Usted nos matará a disgustos! ¡Sabe que no debe atosigarse de chocolate; que le sube la presión y se desmaya!

Las alumnas se apiñaban junto  al mástil, derechitas, respetuosas, con sus polleritas al borde de las medias tres cuartos y los mocasines marrones.

Y en la fila zigzagueaba el chismorreo:

—¡Bien merecido se lo tiene! No me deja cantar más que los Salmos y la Misa! En el coro, no, porque le canté un rap la otra mañana.

—¿Le diste el chocolate con peyote que te dio tu primo?

—Lo dejé caer, de pasada a la Capilla. Venía detrás de mí. La muy glotona se lo comió durante la misa.

Sor Josefa palmeó para dirigir el Himno de la Juventud, con el que se despedían diariamente.

“Juventud, bulliciosa caravana/ llama viva que enciende el ideal.

Nuestro paso saludan las campanas/juvenil encarnación de claridad…”

Hasta mañana, señoritas. Dios las bendiga  y las mantenga alejadas del mal

jueves, 20 de mayo de 2021

POR UNA ZAMBA


Y es que yo soy un pazguato, neutral y rudimentario…

Para bailar, no me animo; y me quedo en el amago.

Y si no tengo, reinvento, alguna antigua lumbalgia.

Lo que sé es que los celajes de tu enagua juguetona,

lanzaban iridiscencias, espantaban somnolencias,

y encendían mis afanes.

De pronto, sin compasión, se agitaron  los arpegios

los pañuelos, tus pestañas…

´Y me encontré frente a vos en la zamba  sugestiva,

mi vacuna sanadora,

Y demolió lo soberbio  con su ritmo nemoroso.

Me embelesó tu sonrisa, que me invitaba al cortejo.

 ¿Neutral? ¿Quién podía serlo

con tu ingenua picardía para mover el pañuelo?

Anudé  el mío a tu cuello, y  fue nuestro primer beso.

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CIERTAS REALIDADES


—No es que sea un soberbio haragán— pensaba la Roberta—Lo mata la lumbalgia

El Emilio sufría de una lumbalgia pertinaz, psicosomática, que se le desataba, sí o sí cuando algo pronosticaba “trabajo”. El pobre quedaba indefenso en su catre, sumido en una somnolencia nemorosa. Sin embargo había una vacuna para su mal: los carnavales. Cuando el ritmo de las murgas  le sacudía sin compasión los pies y las caderas, el  Emilio se embelesaba con las enaguas puntilludas y perseguía las iridiscencias turgentes de los blusones floridos.  El pazguato se reinventaba en el candombe.

Así lo conoció la Roberta, y fue su mujer desde que él se la llevó a su rancho después de la bailanta.  La Roberta lo siguió porque era su hombre, aunque no hubo ninguna boda. Y porque le gustaban las cosquillas del bigote.

—¡Cómo sabe hacer “las cosas”! Sin mucho merengue. Tiene ganas y basta… Total, en cinco minutos…”

Al otro mes se convenció de que el Emilio era muy creativo: ya venía un hijo.  Y también descubrió que él era neutro ante la ternura y  la cooperación.  E incapaz de conservar unos pesos. De alguna manera, se le convertían en ginebra.

—Tampoco es malo, el Emilio. Nunca me pegó demasiado.

Y aunque  no la había llevado más al pueblo, le había cavado el pocito donde iba a nacer el gurí. Y le dejó listo el cacharro del agua, por las dudas.

Cuando  sintió que se aproximaba el parto,  junto  a la rudimentaria fogata,  la Roberta ”puso el agua”, se curvó dolorida, y tosió, envuelta en los celajes grises y ásperos del humo.

Después, acuclillada sobre el pocito, se entregó a los ritos ancestrales de la maternidad.

No lo llamó, ni lo pensó  mientras pujaba y jadeaba. “Cosas de mujeres”. Soltó un grito largo y agónico. Suspiró, y miró.  Era una niña;  una niñita inerte que nunca lloró. La Roberta, sí.  Lloraba mientras la tapaba en el pozo; mientras volcaba sobre el fuego, el agua inservible.

—Tuviste suerte, negrita. Así es la vida para nosotras, las mujeres.

Desde el pueblo llegaban los repiques del carnaval.

domingo, 16 de mayo de 2021

UNA CHAQUETA INSUFRIBLE


 

Eduviges se refugió en el huerto.  Su precioso vestido de novia hubiera centelleado entre las cebollas y los zapallitos, pero una nube oscura  la protegió.

—¡Edu, Edu querida! ¡¡Eduviges, por favor danos una señal!

Desde la abuela hasta el Obispo, todos la llamaban. En vez de oir las voces cariñosas y afligidas, ella percibía una dureza cuadrada que invadía el ambiente.

—No… no… No, Pedro—sollozaba. 

Y el corro de buscadores seguía su preocupada tarea.  

—¡Se me soltó del brazo y salió corriendo!— lloriqueó el papá.

—¡Justo cuando sonó la Marcha Nupcial y entró el Señor Obispo!

—¡Ay, no, no!. ¡Qué vergüenza!—musitaba la fugitiva—.  Y no puedo volver así como así. Toda ajada y vomitada. ¡Y cómo les digo!

La nube se corrió, de pronto .

—¡¡¡Ahí está!!!! ¡¡¡ ¡Ya voy, amor¡!!!— gritó Pedro, mientras corría sobre las acelgas.

—¡¡¡No, Pedro!!! ¡¡¡No sigas!!!

—¿Es que no me amas?

—Sí—gimoteó la novia—. ¡¡¡Pero quítate esa chaqueta con esos botones!!!  ¡¡¡Tírala lejos de mí!!!

—¡Oh, loca descocada!—murmuró una beata del coro—. Quiere desnudar al marido antes de que se case.

—¡¿Qué tiene la puta chaqueta?! ¡Ofendes a este Santo Sacramento, —rugió el prelado—-

Eduviges estaba como en trance. Revoleaba los ojos y se retorcía las manos.  “Botones cuadrados--- Botones cuadrados…¡Noo! ¡NOO!”

 De pronto, bisbiseó la novia:  “¡SÍ, SEÑO DE JARDÍN!  ¡ODIO LOS BOTONES CUADRADOS!” Y se  desmayó sobre los hombros descamisados de Pedro. ¡Hasta se quitó la camisa, por las dudas!

 

Inspirada en la koumpounophobi. Esta afección se manifiesta, por lo general, como aversión a los botones de arranque de maquinarias o dispositivos.

sábado, 10 de abril de 2021

ONCE*

PARTICIPA DEL CONCURSO DE RELATOS, XXVI EDICIÓN: LA MALDICIÓN DE HILL HOUSE de SHIRLEY JACKSON



Vivíamos cerca del parque de diversiones. ¡Qué linda infancia! Olía a algodón de azúcar y sonaba a valsecitos criollos y a Gaby, Fofó y Miliki. No faltaba alguna mano generosa que nos llevaba a la calesita, a la vuelta al mundo, o solamente a pasear, si no había plata. 

En aquel entonces  yo le tenía miedo al tren fantasma. Cumplí los doce sin haber subido nunca; ni siquiera insinué que quisiera hacerlo.  Por supuesto, todos me instaban a  divertirme  en el tren con mi  hermana. La Eliana parecía disfrutarlo; ya tenía quince. Pero cuando bajaba, se reía raro, como si la obligaran a estar contenta con algo y no pudiera con el miedo.

El tío Manuel, el calesitero,  me hizo entrar una vez, para ver el tren desde la cabina de control, mientras no estaba funcionando. Me pareció  oscuro y hediondo.  Por todas partes colgaban trastos de papel maché: enormes arañas peludas y barrigonas; payasos satánicos, con una sandía pintada bajo la nariz; espadachines anónimos; sobretodos negros y sombreros brujiles  esperando los cuerpos de sus dueños.

Manuel accionó la máquina; estalló el audio traqueteante y estrepitoso; temblaron las luces amarillas y polvorientas;  los figurones se inflaron y sacudieron entre carcajadas horripilantes. Y yo me abracé despavorido a las piernas de mi tío y me juré que no subiría jamás a un tren, de ninguna clase.

Han  pasado los años.  La Eliana se vino a vivir a Buenos Aires. Y aquí estoy, yendo a su casa en un tren, con ella y con el tío Manuel. « Ah, machito… ¿Viste que ibas a subir, Lucas? ¡Y a dos trenes en un día! Ya vamos llegando a Once y estás vivo…»

Yo estoy muy cansado; no pude dormir en el viaje desde Córdoba, aunque el vagón era confortable.  Sabe Dios por qué, me acordaba de la cara de la Eliana cuando bajaba del tren fantasma; venía de hacerse la heroica, la superada; pero el miedo convive con nosotros. ¿Miedo a los fantasmas, a los imprevistos irresponsables, a las viejas historias ajenas? ¿Premoniciones? ¿Al destino final que nos unifica y del que no queremos hablar?

Me adormezco, como tantos otros que madrugaron para ir al trabajo, o al médico… La luz del coche baila en el traqueteo. La acompañan mis amodorradas ideas y ensueños. Un tipo con sobretodo negro está parado  a mi lado. Rarísimo: estamos en pleno verano…

 «como los fantasmas del tren …».  

Sacudón. Estruendo… 

¿Quién  accionó los mecanismos? ¿Eliana grita y se le rompe la cara como una sandía? ¿Una de las piernas protectoras de Manuel patalea suelta, desde abajo del asiento aplastado? ¿Es un caño del pasillo, o una espada, lo que va a traspasarme? ¿El tipo de negro me asfixia cuando se desnuca sobre mí?

Un tic tac desbocado marca las sensaciones del horror. 

Un aullido inmenso de metales y vidrios rotos y vidas destrozadas.

Y yo soy, desde entonces, uno de los fantasmas de Once, el muerto n° 51.

 

*La tragedia de Once:  Buenos Aires, el 22 de febrero de 2012, a las 08:33 a.m, el  tren que se encontraba llegando a la estación terminal de Once no detuvo su marcha y colisionó con los paragolpes de contención.​

Cada uno de los primeros tres coches se fue aplastando  hasta seis metros dentro de los siguientes. Hubo 51 muertos (uno de ellos encontrado tres días después) y 702 heridos.

Muchos de los sobrevivientes informaron haber oído el aplastamiento a modo de una gran explosión que ocasionó la rotura de todos los vidrios.

El incidente desnudó vergonzosas e intensas tramas de corrupción e irresponsabilidad.

martes, 23 de marzo de 2021

El Amor es más fuerte*

 


—Hoy me vino “la Colorada”. Me siguen faltando dientes y sobrando kilos; sigo cocinando coles y cuidando cerdos. Pero hace un mes que me ven distinta: silenciosa, cantarina, amable, limpia.
Aquella mañana iba a la aldea cuando escuché el repique de latón, y el paso del rucio: llegaba el que le dicen Don Quijote.
Él se apeó, tembleque y corcovado, y se postró ante mí. Y entre los crujidos de sus huesos y los de la armadura, escuché su voz, tan apasionada y firme como la de un joven trovador ardiente.
«Soberana y alta señora» «Dulcísima Princesa del Toboso» «¡Oh bella ingrata, amada enemiga mía, de sin par y sin igual belleza». «Si gustares de socorrerme, tuyo soy».
Como siempre, había alzado unas boñigas para tirarle. Pero hoy… Se me cayeron de las manos… Y la carcajada burlona, ronca y áspera, se me volvió sonrisa y jadeo. ¿Sería por “la colorada”?… Siempre me pone sentimental y floja.
Me acerqué. Tendia sus brazos; olía como un bebé sucio, necesitado de ternura y cuidados. Acaricié su cabeza.
Me quedé mirándolo, como si fuera un aparecido milagroso y bienhechor. Una dulzura exquisita bajaba por mi cuerpo; algo tan nuevo, como la ternura… tan insólito como jugar a ser princesa.. .Dejé que me penetrara su mirada… ¿De loco o de santo?
Después me alejé, pensativa. «Dulcinea, virtuosa emperatriz»… «tu fermosura»…
Esa mañana sentí mi alma trémula de placer; esa mañana me amé porque me sentí amada.

*Imagen de Internet


lunes, 22 de marzo de 2021

El Amor es más Fuerte

 
Microrrelato para El Tintero de Oro. “¿Y si nos hacemos una ucronía?”



El punto Jonbar de este micro, es el choque entre la realidad más pragmática y el idealismo más puro; el conflicto básico de la novela de Cervantes.

Frente al monólogo solitario de Don Quijote  nos convencemos de su derrota; de su locura de amor. Nunca será correspondido;  su amada no existe. 

La voz pragmática de Sancho retrata a una Aldonza ordinaria, sucia y fea. que se ríe groseramente del Caballero.

¿Y si Dulcinea  nos contara desde sus recuerdos los sucesos que la arrastraron a la fama en la literatura?

¿Cómo llegó a la memoria universal, a la zaga de aquel  loco?

Abrid vuestros oídos, amables lectores, y descubrid los misterios de un corazón de mujer.

***

El Amor es más Fuerte

Otra vez me vino “la Colorada”. Me siguen faltando dientes y sobrando kilos; sigo cocinando coles y cuidando cerdos. Pero hace un mes que me ven distinta: silenciosa, cantarina, amable, limpia. 

Aquella mañana iba a la aldea cuando escuché el repique de latón, y el paso del rucio: llegaba el que le dicen Don Quijote. 

Él se apeó, tembleque y corcovado, y se postró ante mí. Y entre los crujidos de sus huesos y los de la armadura, escuché su voz, tan apasionada y firme  como la de un joven trovador ardiente.

«Soberana y alta señora» «Dulcísima Princesa  del Toboso» «¡Oh bella ingrata, amada enemiga mía, de sin par y sin igual belleza». «Si gustares de socorrerme, tuyo soy».

Como siempre, había alzado  unas boñigas para tirarle. Pero hoy…  Se me cayeron de las manos… Y la carcajada burlona, ronca y áspera, se me volvió sonrisa y palpitaciones.  ¿Sería por “la colorada”?… Siempre me pone sentimental y floja.

Me quedé mirándolo, como si fuera un aparecido milagroso y bienhechor. Una dulzura exquisita bajaba por mi cuerpo; algo tan nuevo, como la ternura… tan insólito como jugar a ser princesa.. .Dejé que me penetrara su mirada… ¿De loco o de santo?

Me acerqué. Tendia sus brazos; olía como un bebé sucio necesitado de ternura y cuidados. Palmeé su cabeza

Después me alejé, pensativa. «Dulcinea, virtuosa emperatriz»… «tu fermosura»…

Esa mañana sentí mi alma trémula de placer; esa mañana me amé porque me sentí amada.


 


 

sábado, 6 de marzo de 2021

Máscaras


Ya he cumplido mi Cuaresma:

Vía Crucis doloroso

y solitario.

Y te descubro en mi cama,

duende de otros carnavales,

revueltos en serpentinas

meneos y risotadas.

Ahora que estás tan cerca,

al alcance de la mano,

quiero tomarme revancha

de ese amor que se ha perdido

enredado en tu comparsa.

Despertarte muy de noche,

cerca de la madrugada,

para desenmascararte.

Para verte feo y fofo, triste y solo,

blandengue por todas partes;

y reirme a carcajadas

sin que se salten las lágrimas.

¿Llantos? Es que tengo puesta

una máscara en el alma:

porque lo poco que puedes

es mío,

y aún me hace falta.

Microrrelatos del Taller La Bisagra- 2019

Con parónimos

1- Noche mágica

Un chistido burlón, ¿una lechuza? remeda mi suspiro. No importa. ¡Basta de disecar fantasmas; de remendar el alma!

Mi azar no teme a los perjuicios; ya no hay miedos… Sin hesitar, mi corazón latiente, se desgrana en la espera del

prodigio. Me excita este misterio que aletea como polvo de estrellas. Una ilusión latente, que busca ser florida

primavera en el encuentro…

Me desvelo. Siento que puedo develar el crucigrama de tus pasos y los míos, y estoy segura de que estamos cerca. ¡Y

aquí está la prueba flagrante: tu perfume de azahares limoneros!… Cientos de huellas fragantes e inasibles me cercan

en la espera inasequible. Limosnera sedienta, desecada de sueños, expiran mis prejuicios entre tus manos sabias; y

espiras sueños nuevos en mi boca ardiente.

2- Casi bíblico

El sexto día, el Eterno los creó; después echó al cesto sus infinitos proyectos; cambiaría la configuración según fueran

decidiendo Sin duda, los yerros serían constantes, pero estaban diseñados para convertirse en firmes escalones de

hierro.

Esa misma mañana, Adán y Eva devanaron el ovillo de los instantes tonteando con los conejos y las margaritas. Jamás

se devanaron los sesos para entender el sexo a la sombra de los manzanos. ¿Hubo una serpiente? ¿O se rebelaron,

ingenuos, cuando se les reveló el gozo de rebelarse?


II: A partir de títulos de obras literarias

Péndulo contra pozo

El péndulo marcha firme, como un soldadito, en la caja de caoba del reloj. Con cada rebanada de los segundos que

remarca, yo voy armando sándwiches de vida, en la bandeja del tiempo, Es una paradoja; aferrada al vaivén de las

rutinas cotidianas, de los deberes que ya son amores, se ventilan mis horizontes; voy venciendo al imán del desencanto,

pozo lúgubre que asfixiaría mi destino de luz; sin soltarme, me hamaco y vuelo hacia mis sueños.

Yo duermo hasta mañana; el péndulo impasible desfila por encima de cumbres o de abismos.

Desde “El pozo y el péndulo” (Poe)

Estoy en paz

Se atrevió a burlar a la muerte, pero ella no lo abandonó en un plácido bienestar; lo rondó en

angustias y dolores terribles hasta que purgara la culpa que creía haber esquivado.

Durante ese tiempo de agonía, recorrió el tronco rugoso de su vida con los dedos rígidos de su

harapienta memoria . A cada momento tropezaba con alguna cicatriz que recordaba sus opciones.

Muchas se anudaron en la desilusión; le arrancaron un suspiro nostálgico y alguna lágrima. La

mayoría había renacido en ramas fuertes que buscaban cielo y luz; y él estaba latiendo en cada una,

agradecido y seguro.

—No maté a un niño— se dijo.— Lo podé una y otra vez, para que pudiera crecer.

Un golpeteo vacilante marcaba pasos ya conocidos. No tuvo que abrir la puerta; la sombra se dibujó

junto a la cama.

Le sonrió al viejo del bastón.

—¿No traés el revólver?

—No. No vengo a asustarte. Vengo a hacer justicia. Llego para todos.

—Cuando quieras—dijo—. Estoy en paz.


A partir de “El episodio del enemigo”- J.L. Borges

lunes, 22 de febrero de 2021

MANDATOS DIVINOS*


Se la llevaron vestida de blanco, “almidonada y compuesta”, como dijo Guillén. En vez del erguido moño blanco, llevaba una azucena, ceñida a la cabeza con una cinta de raso. Se llamaba Aurorita.

 Domingo de Primeras Comuniones. Había varias carrozas, carretones, caballos enjaezados.  Los salmos escapaban hacia el atrio, en las volutas de incienso  teñidas del rosa y el dorado de las lámparas. 

Los niños,  vestidos de blanco, “almidonados, compuestos”, se alineaban para entrar a la iglesia. Y allí estaba la niña negra; saludable y feliz.  Madre Graciela, una monja cincuentona y huesuda, mantenía el orden,  con una mirada severa y ardiente.

Repicaron  las campanas. Madre Graciela guió a los niños, y saludó, como al pasar, a unos viejos limosneros,  al tiempo que apoyaba su mano en el hombro de Aurorita.  Cuando volvió a mirarlos, todos los otros chicos seguían caminando hacia la entrada.

 Las familias se pusieron de pie.  La piadosa fila ingresó al templo y ocupó sus escaños con las manos juntas. «¡Oh, Santo Altar, por Ángeles guardado».

 Un cura muy anciano  y unos monaguillos impúberes, salieron de la sacristía; iba a empezar la Misa.

. De pronto,  la ceremonia del templo  se turbó con gritos desesperados y una carrera ansiosa:

     ¡Aurorita, Aurorita! —clamó una señora con trazas de abuela.—¡No ha entrado con los otros niños! ¡Yo se la entregué a la Madre Graciela! ¡Madre, Madre! ¡No está la Madre, ni la niña tampoco!

Hubo un revuelo de curiosidad y miedo. «Anoche empezó el Carnaval. Ya estamos en Cuaresma». «El diablo».  «Las ceremonias en el bosque»  Con mucho recato, para no alterar el clima místico, los vecinos preguntaban, abrazaban, consolaban.

El sacerdote  continuaba imperturbable  los Ritos Iniciales de la Eucaristía. «Amados hermanos: Pidamos perdón por nuestros pecados». «Glorifiquemos al Señor».  «Tuyo es el Reino». Nada parecía más importante que la Celebración; nada podía interferir en Sus Misterios.

Alguien habría  acompañado  a la desesperada mujer hasta la oficina del alguacil. La calma de las plegarias y la emoción familiar envolvían a los fieles.

Afuera, los dos viejos, hombre y mujer,   pasaron de largo por detrás de la iglesia.

Llevaban de la mano a una niña negra, toda vestida de blanco. También eran negros, pobres negros zaparrastrosos, tan viejos que tenían el pelo blanco;  desdentados, retorcidos. Y sus manos hablaban de algodonales bajo el sol ardiente, mientras seguían  su carrera entre trompicones y jadeos  hacia el bosque.

Se escuchaban los tambores.

—Ah, Yemayá—musitaban—. Aquí estamos. No nos sueltes.

Ahora, la niña negra, vestida de blanco, parecía adormilarse, e iba perdiendo el ritmo que le marcaban.

El viejo la alzó en brazos; la mujer sostuvo su cabecita rizada.

En  la linde del bosque, esperaba un hombre. Era  cincuentón y huesudo como la Madre Graciela. Tan severa y apasionada su actitud, como la de ella.

—Orishá—murmuraron los ancianos.

Coronado de plumas, él impuso las manos a los dos viejos:

—Mis devotos fieles: Yemanyá  está contenta;  les devolverá la salud y los colmará de bienes.

—Ashé, ashé— musitaron entre reverencias .

Orishá examinó  a la niña dormida. Desde el cáliz de la azucena en su tocado,  reverberaba un halo: era La Elegida.  Solemne, la llevó en brazos, hacia el ara de troncos, seguido de los ancianos. Una rueda silenciosa de yorubas con sus tambores mudos se inclinaba a su paso.

  Los dos mensajeros la desnudaron; ella la sostuvo en brazos y él colocó sus galas sobre el altar.  El sacerdote  las roció con un líquido ambarino y perfumado  y les prendió fuego.  

Y mientras el ajuar cristiano ardía y se consumía, recibió a Aurorita y le insufló nueva vida, soplando y besando todo su cuerpo.

Después  la vistió  con nuevos hábitos: una pequeña túnica blanca y una tiara de flores amarillas como soles.  Alzó a la niña, por sobre su cabeza, y la presentó a la asamblea. La chiquilla estaba despierta, y cantaba eufórica

—He aquí a nuestra Orishá.  Yemandá la rescató, por nuestra fe, la  fe de sus hijos. La trajo con las manos fieles de sus pobres negros.  Su nuevo nombre es Janaína.  ¡Ella es nuestra; somos su familia!

Despertaron los tambores y se desató la danza frenética.  Los dioses sembraban alegría y vida.

En ese momento,  en el templo, el sacerdote levantaba la Hostia Consagrada, por encima de las cabezas reverentes de los fieles.  «Señor mío y Dios mío»

La brisa mezcló la aclamación con el ostinato de los tambores y los Ashé.

*Publicada en Relatos Compulsivos. Feb. 2021. Consignas: Se la llevaron vestida de blanco... Tres personajes por lo menos. Una flor.

domingo, 7 de febrero de 2021

Radioteatro Noctámbulo: PARA VISONES SANITOS

 ¡Oh, la radio! ¡Durante cuántos años vivimos sin televisión! ¡Y qué bien nos acompañaban los radioteatros! Los parlamentos sobreactuados, las voces engoladas, los fondos musicales, los inefables presentadores... Y como siempre, la publicidad sacando tajada de todas esas experiencias de vida.

Para participar en la XXV edición de El Tintero de Oro, hoy va este paso de... ¿comedia?, que muestra los sinsabores del hastío y la desilusión.


Presentador:
 Buenas  noches, querida audiencia de Radio Popular.  “Chau, Chau”,  el mejor mata polillas, presenta... ¡¡¡El Radioteatro Noctámbulo!!!

Nos asomamos, como vecinos curiosos, al dormitorio de Anacleto y Antonia. Él, peladito y panzón; ella, robusta y teñida de rojo; cincuentones, pero vitales.

Hummm.  No pinta muy bien...La misma atmósfera tensa, polvorienta y mal iluminada, del último episodio

Ya hace tres semanas que estamos expectantes  por el desenlace de esta crucial noche de amor. ¿Por qué es tan difícil todo?  ¿Marcará este capítulo el final del conflicto entre Anacleto y Antonia?

 (Ajetreo entre las sábanas; esforzados ayes y suspiros; crujidos de madera. Fondo musical: “Vereda tropical”pésima grabación.)
Anacleto: ¿Te gusta, mi reinita? ¿Ves cómo funciona cuando nos tenemos paciencia?
Antonia: ¡Basta, basta! ¡A qué viene este circo !

Presentador: Anacleto se sienta en la cama revuelta y agacha la cabeza .  (Golpes en los muebles.Pataleos. Toses. Suspiros.)  Antonia salta de la cama y trajina a tirones, en el placar que huele a “Chau-Chau” Se mira al espejo, rajado en una esquina y bastante sucio.

Antonia: ¡Miren a la gran actriz, señoras y señores...!¡Podría estar en la cama con Alain Delon! 
Anacleto:  Vamos...Seamos realistas,. Alain Delon tiene más años que vos y yo juntos. Y solamente le silbó a tu grupo de extras cuando filmabas "A Pleno Sol".
Antonia: ¡A ver si tenés el decoro de aceptar que tenía mucha más clase y dinero que vos! Si es que una es sentimental y se pega a tu fama de científico inteligente....
Anacleto:  (Habla riendo, inseguro) Ya, ya, mi reinita. Teneme paciencia.  Es que estoy cansado. ¿No ves lo que he trabajado para conseguirte el visón?
(Rumor de bolsas de nilón. Golpes sobre el piso. ¿Florero? ¿Portaretratos?)
Antonia: ¡Visón! ¡Ni lo digas! ¡Un par de cartas marcadas y me vienes con un cuero apolillado, lleno de manchas; sabe Dios a qué otro sinvergüenza se lo ganaste!
Anacleto: (Con ira contenida y paciencia forzada) No  soy jugador; a veces juego para espantar el estrés profesional. Trabajé en el experimento; pero no es fácil mutar oveja en visón; además  se me volcó un poco de cerveza.  
Antonia: Más o menos una botella completa, ¿no? ¿Y qué tanto experimento y cerveza en vez de estar buscando un trabajo? ¡Trabajo! ¡Tú y tu maldito laboratorio!
(Gran Tensión.. Fondo musical: " El vuelo del Moscardón" )
Presentador: Anacleto se pone las chinelas  y se acerca decidido, sacando pecho.
Anacleto:  Pero, ¿qué hacés con ese bolso? ¿A dónde te creés que vas a las tres de la mañana?
Antonia: (Entre dientes) A tomar aire y buscarme  un hombre de veras; no un ratón de sótano.
Anacleto: ¡ Soy un hombre positivo! ¡Trato de buscar soluciones geniales!...  Siempre  estoy para cuidar de vos, para protegerte… Estamos probando este nuevo experimento... Nuestro amor no puede morir. ¡No! ¡Vos no te vas!
Antonia:  (Burlona y firme) ¿Ah, no?  ¡No te pido permiso! ¡Y no te me arrimés! ¡Si me tocás otra vez, grito!
(Taconeo de Antonia. Portazo) 
Anacleto:  (Solloza) ¡Antonia, mi reinita! ¡Cruel! ¡Perdida!
(Taconeo en la interminable escalera; gritos de Antonia. Rechinan los postigos. Fondo musical: "La Strada"). 
Presentador Los vecinos espían. Oh... Todos saben lo que ha pasado. ¡Qué difícil es mantener el amor!
Antonia:  (Gritos y carcajadas)        ¡Fracasó el experimento, papi! ¡Todo un circo de piruetas de Kama Sutra! ¡Tres semanas,  y no  has podido ni siquiera hacerme suspirar; qué digo: no has podido nada de nada! ¡Hasta nunca!  
Presentador: No hay mal que dure cien años, amigos oyentes. Tal vez la fuga de Antonia genere un nuevo experimento para revivir este amor mustio. ¡Hasta la semana que viene! 
Y recuerden: ¡Matapolillas Chau-Chau,  para visones sanitos! (Fondo musical: "La gallina Turuleca")¡Ooohhh! ¿Qué pasa? ¡Ay, caramba! 
Anacleto: (Canta) ¡Déjala a la pobrecita, déjala a la  muy loquita! (Discado de teléfono) ¡ Listo... Al fin solo!¿Te vienes o voy yo?.