jueves, 18 de agosto de 2022

LOS RASTROS OCULTOS DE LAS MIGAS

 

LOS RASTROS OCULTOS DE LAS MIGAS

Marta es mayor que Laurita. Pero, ¿Quién no jugaría con esta nena tan inteligente y cariñosa? lY Laurita la quiere tanto como a sus muñecas.

Ahí están, en sus reposeras, aprovechando el solcito de otoño. Laurita canta algo de un gato; lo aprendió en el jardín.

Miran la calle…saludan con las manos a los que pasan….

Detrás de la reja, cerrada, como siempre, se han abierto unas rosas hermosísimas.

-Esta tarde viene mi abuelita- dice Marta-. Voy a corta unas rosas para regalarle. Dame unas tijeras.

-¡No! Mi mamá no quiere que toquemos su costurero, ni los cubiertos.

Marta gira la cabeza hacia la verja. Canturrea ensimismada.

-No te enojés. ¿En serio que vos también tenés una abuelita? ¿Es “viejiiiiita”?

  -La, la la…  oscura…oscura…  una nube…

-¡No! ¡En serio!¡No cantés! ¿Dónde está?

-Visitando a unos amigos que no la dejan volver…

-La quieren mucho…

-Se escapó en el colectivo y viene esta tarde…

-¡Qué lindo, Marta! Juguemos que hacíamos torta para convidarle.

-Mmmm

-Dale, ayudame. O me la como yo solita…

Y amasa, arma el molde, prende el horno…

Y Martita sigue cantando bajito…bajito. Y bailando en la reposera con un galán invisible

-Es de chocolate, ¿viste? Bien negrita… Tomá…

-Rica, rica, mmmmm… Cham cham…Mmmm

-Pero… Abuela Marta… ¡No se come! ¡Es de barro! ¡AY! ¡Se cayó!... ¡Luisa! ¡Luisa!

La cuidadora viene corriendo. Trae la silla de ruedas de Marta. Cuando la incorpora, 

 la mujer se tambalea y la mira como si estuviera lejos…

Luisa la sienta, y empuja hacia el living.  Laurita le sacude el batón y las pantuflas. 

Las migas de la torta van dejando un rastro oscuro en el piso.

-Lavate las manos, Laurita… ¡Qué ocurrencia, jugar con barro! ¡Hay que cuidarla!

Laurita dice que sí, con la cabeza, y acaricia el pelo blanco de su abuela.

Y entonces, Marta solloza:

- ¡Mala…Mala…! ¿Para qué la llamaste? Ahora no hay torta para mi abuelita…

-