viernes, 24 de mayo de 2019

PANDORA EN UNA ZAMBA


Me suenas a pandereta; aunque acompañas la zamba.
Ya repican tus sonajas de misterios,
en la caja.
Me despiertas en los giros del pañuelo y de la falda.
Yo miro, a ver si me miran, respiro hondo, y te abro.
Con sólo hacerlo se escapan todos los cepos del alma
que pisoteaban, soberbios, mis sueños amontonados.
Lo prohibido y ponzoñoso se evapora en un jadeo
decidido, apasionado.
Me hueles a adrenalina, a brotes nuevos y frágiles
que se despiertan al sol; a libertad desatada.
Y me voy, saltando cercos, a cazar mis ilusiones;
buzo audaz, en los remansos más ignotos e insinuantes;
astronauta improvisado, registrando maravillas
en la luz de una mirada.
Y en el fondo de la caja, una promesa dorada:
mil madrugadas sin sueño,
imaginando lujurias, en el vuelo de una zamba.