lunes, 18 de octubre de 2021

Manojos de margaritas

 

En aquellos días, me regalabas manojos de margaritas. La alegría de tenerte cerca, amor, exaltaba mi corazón.
Después vinieron el pavor, la desolación, la guerra. Y cada una de tus cartas arrancadas a la hecatombe, arrastradas hasta mis manos, era una resurrección de margaritas de esperanza.
Y un día terminó el horror. Unimos nuestras vidas y cada mañana fue, otra vez, una alegría simple, pura y dorada.
¿Por qué de pronto sentí que crujían esas paredes de confianza?
Intuí tus dudas, tus experiencias nuevas, calladas y ocultas.

Y otra vez fue la guerra. Mi corazón era un campo de batalla lleno de cicuta. Como no me quedaba claro a quién dispararle (a vos, que te volviste hosco y reticente; a esa imaginada desconocida que te estaba raptando; a mí que tambaleaba llena de angustia y confusión) las quemé en una fogata insólita de lágrimas.

Nunca supe quién se había cruzado en nuestras vidas, quien te desgarraba el alma con sus ojos y sus manos; quién tejía esa malla de culpas en tus miradas y en tus silencios. Yo la imaginé hermosa y sensual, pero no la busqué para implorarle.

En cambio cultivé para vos, las nuevas margaritas de comprensión y diálogo franco, de serenidad y ternura.

Y supe que estabas liberado, cuando vi en tus ojos la chispa de la confianza. Una luz dorada como el centro de una margarita. 

jueves, 14 de octubre de 2021

ALBORADA

 Reto de Territorio de Escritores

Tan platinada y fría

como una vieja meretriz sin limerencia,

la luna se ha arropado en  la penumbra,

cansada, adormilada, casi ciega.…

Con su escalpelo longitudinal, ya el sol revela

las siluetas  ocultas de los bosques,

desde  el Este pintado de magenta;

y  en la brillante honestidad de su rutina,

desde la eternidad profunda,

despierta  ruiseñores en la aurora ,

le regala aceitunas al olivo,

y una caricia tibia

a  los restos de mármol de un asiento.

Se ha sentado  un  pastor, con su rebaño;

me saluda y me brinda en la colodra

la tibia leche del reciente ordeñe;

cerca de él  van triscando  trece ovejas.

«¿Trece son, pastorcito? ¿No te aqueja

la triscaidecafobia de la gente?

«Trece son, sí señor,  no tengo miedo.

En verdad, lo que ha dicho no lo entiendo.

Soy rústico pastor; mi corazón está en sosiego.

Y agradezco al contar tantas ovejas

la generosidad de la naturaleza».

 

Sinfonía Pastoral


Primero es el silencio, y el telón cerrado. Después se va corriendo…despacito. Hay un rubor celeste, rosado, amarillento… una delgada línea blanca que se vuelve dorada.

Y hay un punto de sol, que va creciendo;  y mientras  se levanta,  rojo , majestuoso,  dibuja la alborada con su lápiz mágico. Despreocupado y feliz, chispea en las copas de los sauces.  Entonces, de uno en uno, pían despacito los jilgueros,  mientras el sol baila cuesta abajo por los troncos, hacia los pastos, el arroyo  y las cuevas; y cuesta arriba pinta el cielo de azul claro, y más y más intenso.  

Por ahí, ha balado un ternero,  y el agua balbucea entre las piedras.  Y suena el xilofón  de alguna iguana, corriendo entre los churquis.

Un tenue sostenuto del pícolo… un crescendo…  y de improviso, estalla la orquesta: coros de trinos, en las flautas…  mugidos y balidos largos, de saxos y de trompas … timbales, en la primera cabalgata de la manada y el ladrido de los perros.

  Un silbido bajito, de zamba o chacarera; el primer mate; una canción a media voz,  mientras el maíz cae en arpegios en el remolino de plumas y cacareo ;  el primer pastoreo del rebaño, suena como un tambor adormecido, acariciado por la baqueta.

Ya es pleno día.

Metal de una campana  sencilla y remota;  ostinato de un chico que juega a la pelota.

Y un piano, dulce, en la voz de un bebé que se despierta y llama. 

domingo, 10 de octubre de 2021

DIVAGACIONES SOBRE POLVO DE ESTRELLAS


"Estamos hechos de polvo de estrellas. Somos polvo de estrellas que piensa acerca de  las estrellas. Somos el medio para que el Cosmos se conozca a sí mismo.”

—¡Jua, jua, jua! ¡Jua, jua, jua!

Los dioses panzudos bailotean un hula-hula, a menudo que les llegan los ecos  de Carl Sagan mezclados con el humo de las guerras y los incendios, y el rugir de las eras que sepultan especies. Quietecito, calmo, el Dios del Amor, prepara velitas y ángeles de la guarda...  Y espera...

— ¡Son el medio para que el Cosmos se conozca a sí mismo!¡Jua, jua, jua! ¡Si no pueden conocerse ni  reconocerse!…

Y mientras estallan sus carcajadas, y se zangolotean con un cubilete en las manos, las estrellas se descascaran. En la lluvia de desechos viajamos nosotros, los astronautas.

—¡Ahí va otra flota ! ¡Bendiciones para ustedes! ¡Son nuestros hijos! ¡Son poderosos!

El Dios del Amor, sonríe y espera. Él agrega otro componente a los minerales del polvo cósmico; una caricia y una velita.

***

Fuimos  hechos en ”un polvo”…  Singular, único… Cuando otros dos astronautas mezclaron los ingredientes sin medirlos, ni calcular el resultado. Mientras,  los dioses tiraban sus dados y caía más polvo desde las estrellas. En nosotros se encendió la velita; la sonrisa primigenia: la Esperanza. 

Solamente, había que mantenerla prendida, 

Pero no sabíamos muy bien qué era. Y no la necesitábamos. 

Nosotros, los gigantes, los poetas del amor y de los sueños… Nosotros,  los genios que timoneamos el devenir  desde la ciencia… Nosotros, que decidimos, desde nuestra actitud, la vida en el mundo,  estábamos confundidos: no somos Lo Absoluto.

Convivimos con los otros astronautas; los que nos proveían y sostenían...

  No nos dimos cuenta de que el resto de la flota, palmeras, dinosaurios, flores, gatitos, piedras, peces, rocas, zanahorias… tampoco eran absolutos.  

***

Arden los campos y los bosques;  y sucumben  las ciudades.  El fuego, (o una pandemia, o la depresión, o… ) avanzan sobre nuestras creaciones, y nos tiran del podio.

Y en medio de las ruinas, buscamos  la respuesta en las estrellas…  desde las que siguen partiendo hacia la nuestra, millones de astronautas imprevisibles: justos y pecadores… ingenuos y atorrantes…marcianos o venusinos…mansos o agresivos...  nutritivos o venenosos, ¿Quién es más que quién? 

Los dioses siguen de juerga.

 En un rinconcito de nuestro corazón, lloramos desesperados, angustiados. El Dios de Amor, El Ingenuo, nos espera hasta que pasa el berrinche Después, ya con la cara lavada, nos prende, otra vez, la lamparita de la Esperanza.


 

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sábado, 9 de octubre de 2021

SOMOS POLVO DE ESTRELLAS




Somos polvo de estrellas… Ya lo dijo Carl Sagan:

“El nitrógeno en nuestro ADN, el calcio en nuestros dientes y huesos,  el hierro en nuestra sangre, y el carbono en nuestras tartas de manzana, fueron hechos en  el interior de dos estrellas que chocaron…”

Somos polvo de estrellas... El sentido común, la personalidad, las vocaciones, se irán formado, supongo, en aleaciones azarozas de los elementos vitales. Astronautas que sueltan los dioses cuando sacuden sus dados; astronautas a la deriva... Y ellos apuestan por si seremos flores o dinosaurios, o humanos terrícolas o marcianos... O se van a dormir la mona,,,

 “Estamos hechos de polvo de estrellas. Somos polvo de estrellas que piensa acerca de  las estrellas. Somos el medio para que el Cosmos se conozca a sí mismo.”

Y finalmente aterrizamos en alguna instancia del Cosmos. Nosotros, los gigantes, los poetas del amor y de los sueños… Nosotros,  los genios que timoneamos el devenir  desde la ciencia… Nosotros, que decidimos desde nuestra actitud, sobre la vida en el mundo. Nosotros, convencidos del poder de nuestros lazos familiares con los dioses. creadores, ordenadores, depuradores. 

Pero nuestro testimonio es caótico.

Cada quien fue hecho en ”un polvo”…  Singular, único… Cuando otros dos astronautas mezclaron los ingredientes sin medirlos, ni calcular el resultado. Mientras  los dioses tiraban sus dados y caía más polvo desde las estrellas. Ellos se estremecian en carcajadas jugando a adivinar si seríamos margaritas, dinosaurios, piedras

Yo soy uno de tantos astronautas lanzados a la vida para ser un pretencioso testigo de Lo Absoluto.  Soy Polvo de Estrellas, pero no sé que significa Lo Absoluto, Ni siquiera me entusiasma sembrar una cebolla, cuando hay tantas y faltan tantas.

¡Polvo de estrellas! ¡Qué bonito suena! Es una campana impertérrita que garantiza nuestra supervivencia como humanos…Favoritos de los dioses…  

Arden los campos y los bosques;  y sucumben las ciudades. nos falta el agua y las abejas; nos sobran inventos,

 El fuego, (o una pandemia, o la guerra, o la depresión, o… ) avanzan sobre nuestras creaciones, y nos tiran del podio.

Y en medio de las ruinas, buscamos  la respuesta en las estrellas…  Allá los dioses siguen sus partidas compulsivas y franelean con las  estrellas ... Llueve el polvo y  siguen partiendo hacia  nuestra estrella , y desde esta,  millones de astronautas imprevisibles: justos y pecadores… ingenuos y atorrantes; gente, flores, gatos…¿Quién es más que quién? 

 

 

TOPOS EN LA BIBIBLIOTECA DE LOS SUEÑOS

 

 Una batahola estridente pulverizó  el silencio pulcro de la bibiblioteca del abuelo. Y su dueño sonrió benévolo bajo sus bigotazos. «¡Qué podía esperarse de estos chicos! »

A él también lo llamaban Topo. ¡Cuántas horas en esa biblioteca, develando los entresijos de la humanidad! ¡Y cuántas mañas secretas!  

Laura y El Topo invadieron el pasillo de la derecha. Sus patines trazaban surcos dolorosos en el parket.  Gritaban como energúmenos  en la cancha de fútbol.

¡No, no te me vas a escapar, chinita desgraciada!

—¿A que sí, pavote? ¡Topo chicato!¡Topo chicato! 

Y en su risa tintineaba la secreta sabiduría de la adolescencia.

Adolfito, El Topo, era bastante más lindo y astuto  que un topo convencional. Sujetó bien sus anteojazos,  giró sobre sus patines y encaró en diagonal, hacia la izquierda, entre los sillones de cuero, para cortarle camino.

Y alcanzó a su prima…

Mejor dicho, al borde de su melena teñida de fucsia.

La sostuvo, tironeando como si fuera una rienda y la apretó contra su cuerpo.

Y con el envión de los patines aterrizaron sobre una poltrona María Antonieta forrada en raso carmesí.

Los libros meditaban, apretaditos en sus filas estrictas:

«¡Lo que habría disfrutado aquella reina, en su momento! ¡La misma poltrona en la que el circunspecto abuelito leía sus sesudos tomos de filosofía!»

Desde la izquierda, revolotearon una risitas: «¡O se despachaba a gusto con alguna mucama!»

Y entretanto, la reina siglo XXI chillaba y se retorcía… y reía a carcajadas: “No, no, no. ¿Qué hacés? ¡No seás asqueroso!”

Él susurraba;  y revolvía adolescentes intimidades secretas.

Y los dos jadeaban en la pugna ancestral de la pareja humana. Y se relajaban, en la cómoda elegancia del mueble.

Rígidos y oscuros,  los libros  de la derecha manifestaron su indignación ante tamaña grosería. Chispeaban las letras doradas de sus lomos.

Pero los de la estantería izquierda, los de tapas de cartones brillantes y hojas ásperas… ¡Cómo se divertían, los muy pillos con este sainete inesperado!