lunes, 19 de marzo de 2018

Crecer



De pie, mirando al cielo se sintió demasiado pequeño, apabullado por esa presencia silenciosa y ajena.
Era cierto que de ella fluía una paz inalterable, infinita… pero agobiante; nada existía, fuera de los límites de la música ignota. Él era una partícula más, prisionero de una órbita, y no podía permitirse ni un suspiro ni una lágrima; mucho menos un grito, que desequilibrara el prodigio.
¿Qué prodigio? ¿El paso inalterable de las horas? ¿Las sempiternas gotas de una vida inerte?
Entonces recordó el huerto de las manzanas prohibidas;  la magia de desobedecer, de saltar al abismo; de erguirse por encima del caos en otra realidad  y seguir vivo; vivir con otro corazón, con otro cerebro;  con miedos nuevos y con goces nuevos; con caminos nuevos. Y lloró y gritó mientras destrozaba  fetiches inservibles.
En el fondo de su noche, entre los astros eternos, parpadeaba un lucero nuevo; sintió el gozo de volver a estar de pie, mirando al cielo.

sábado, 17 de marzo de 2018

SUPERARSE



Hierve la calle al mediodía.
Corriendo sin pensar en su rodilla
Que lanza artrósicos siseos
Avanza hacia el taller en que suscribe.
¿Taller de qué? ¿Qué día es hoy? ¿Danzas latinas?
¿O será, por ventura, PNL,
Para avivar sus dotes perceptivas
Y llenarse de amigas, (o de amigos)?
¡Cómo ha logrado superarse, Amalia,
De tejer escarpines para un nieto
O contarle recuerdos, en las tardes
Tan solas y aburridas del domingo!
Agitando su bolso de cuadernos
Anda esquivando motos, colectivos…
No importa, ella es feliz; es una superada
Recluta de la vida renacida;
A la tercera edad, rengueando y acezando,
Sigue ahuyentando los fantasmas tristes…
La triste soledad y el polvo silencioso
Que han quedado
 de los años felices.

CRISIS



Cierto día, Penélope entró en crisis: Ulises no volvería jamás.
¿Qué estaba haciendo ella? No era tan necia como para no intuir a Calipso y la nueva familia. ¿Por qué cuidaba tanto el fuego del hogar, y dejaba que su propia hoguera se llenara de cenizas? ¿Y esto de tejer de día y destejer de noche una mortaja para su suegro?
Desde la sala llegaba el bullicio obsceno de sus pretendientes. ¡Pretendientes de las comilonas que estaban fundiendo su patrimonio! ¿Quién pagaba por todo esto?
Aquella tarde se presentó en la sala del banquete y brindó:
¡A vuestra salud! Necesito descansar, amigos. Os ruego que volváis mañana y tendréis una hermosa sorpresa.
                Al otro día, los moscardones encontraron las puertas cerradas y un  gran cartel lascivo y burbujeante: “Túnicas… y algo más…”. Intrigados,  se prestaron al juego y esperaron en los jardines; imagino que  ellos pasaron el día en su pórtico, ansiosos de estrenar una nueva túnica. Sin duda sería más divertido que pasear en pos de Platón, por los jardines. Dos inmensos mastines custodiaban la verja.
A media mañana aparecieron dos hermosas esclavas que guardaron a los animales y comenzaron a tomar las medidas de los clientes: el mejor dotado entró al palacio, para que la tejedora verificara  y valorara  sus dimensiones. Los demás debían sacar turno al día siguiente.
Satisfecha, Penélope tejió telas, chismes y leyendas, mientras que sus esclavas mantuvieron latente el interés, para asegurar el resultado.
Al caer el sol,   Penélope entregó la túnica al favorecido del día, con una bella sonrisa. Él le dio un espléndido bolsillo de monedas y se insinuó con el acostumbrado despliegue masculino, en busca de “algo más”. Pero ella susurró: “No, Anacleto (u Orión, o Teófilo)¡¡¡ Estoy tan cansada!!!” En realidad, él también estaba extenuado con el ajetreo de las ayudantes medidoras; por cierto, no reconocería jamás en público que seguía sin conocer la cama de Penélope.
Así, ella asoció a sus esclavas, creó una empresa sustentable, superó su frustrante condición de princesa abandonada. Y, además, pasó como mujer virtuosa y fiel al Panteón de la Historia Universal.
  

domingo, 11 de marzo de 2018

MARIPOSA

 La primavera ha hecho de mi jardín inhóspito
 una fragante coctelera de flores coloridas.
En la vibrante conmoción de trinos, en el compañerismo del perfume,
 has venido al banquete, bailarina,
Embriágate, bonita mariposa  Invítame a soñar con días de cordura
 mientras sigues tu régimen de rosas y jazmines.
Llena de calma este vacío oscuro, de amor y de confianza; y borra lo obsoleto de mi rencor antiguo. Es mágico.
En la línea sinuosa de tu vuelo  la amarga ingratitud se desdibuja,
el odio se diluye.
Territorio- 2016

El perdón


Juana y Blanca murieron el mismo día, a la misma hora: un Viernes Santo a las tres de la tarde.
Esto determinó que la separación que se habían impuesto cinco años atrás terminara, de golpe, a la Puerta del Paraíso. 
Una historia de amor frustrado, engaño, envidia y muerte había separado a las hermanas. En el medio estaba el fantasma de Ismael. Blanca lo amaba y Juana se lo había quitado con un embarazo fingido. Blanca se confió a una bruja, y el bebedizo que ella le dio para recobrarlo resultó mortal para Ismael. 
Junto a la puerta, Juana y Blanca se agitaban enfrentadas en anhelos de sangre; pero no había uñas, ni manos, ni carótidas: sólo el odio, mal sepultado bajo una montaña de buenas obras con las que buscaron, inútilmente, sanar en vida su ira y remordimiento, 
La Puerta del Paraíso estaba cerrada con un grueso candado de nubes indestructibles: pero el frenesí de los sentimientos de las mujeres sacudió la Puerta; Jesús y el bueno de San Pedro alcanzaron a oírlo.
—Maestro— rezongó el viejo portero—Son las que mataron a Ismael. Otro par de almas indignas, que pretenden la bienaventuranza. Justamente en este día… 
Jesús hizo un gesto de infinita paciencia: «Pedro… no te olvides del gallo…! Avísale a Ismael y a los querubines» 
Como en el “Hágase” del Paraíso, Ismael apareció en medio de las hermanas y las abrazó en silencio. Los angelitos rompieron a cantar: «Perdón, perdón. Mi alma tienes sed de Ti», Y ellas lo coreaban bañadas de lágrimas y de luz. «Perdón, hermana,» sollozó Blanca». «Perdón, hermana,» suspiró Juana.
Ahora la puerta estaba abierta. Las manos de Jesús, claveteadas y resucitadas desde la eternidad, dibujaban sobre sus cabezas las buenas obras que habían realizado.
«Yo soy el Perdón», sintieron más que oyeron. 
Y se encontraron en el Cielo.
Territorio de Escritores - 2016 
El perdón

Aquí y ahora (2016)


(Para Territorio de Escritores- 2016)
Cuando leí “Autorretrato”, corrí a esconderme detrás de mi armario de paradojas: timidez y audacia; humildad y  soberbia…   Finalmente, después de alinear mis chakras, decidí sumarme al reto.
Me autoanalizo mientras busco mis anteojos. En la maceta de clavelinas, no. En el piano, no. ¿En la heladera? ¡Sííí!… ¡Y también el mate! Por suerte lo encontré antes de prepararme a cebar.
Bueno. Es normal, a mis agostos, tener la memoria errática; y este es un rasgo notable de mi retrato.
Aquí va otro: Salgo a la calle con la misma ropa que usé para arreglar el jardín: bermudas, musculosa y ojotas; y con el mismo despeinado que maduró en ese proceso; total, voy hasta el almacén de la esquina… Después, seguramente,  omitiré maquillaje y  peluquería antes de ir a una reunión social.
Me presento: Soy maestra y artista.  A lo largo del camino aprendí a leer, a cantar, a tocar el piano y la guitarra, a escribir literatura. Fui maestra desde los dieciséis años; me jubilé hace veinticinco; y sigo dando clases en Centros de Jubilados. 
Soy única, como cualquier otro mortal, pero me encanta la complementariedad, que se va haciendo a fuerza de arriesgarse a “meter la pata” y sacarla sin salpicarse;  en los “gracias” y los “perdona” que van pasando por la vida.
Ella me ha ido dando mil oportunidades de ser buena persona. La más importante, mi familia de origen, numerosa, luchadora y disciplinada. La otra, paradójicamente, el desastre argentino del “Proceso”, que me puso de cara ante la responsabilidad política y las decisiones personales maduras. Y, finalmente, mi queridísimo marido, tan diferente y tan indispensable. Hace cuarenta y dos años formamos nuestra nueva familia. Tenemos tres hijos y dos nietitos. Realmente, nos amamos.
Creo que soy, ante todo, honesta; le hago mucho caso a mi conciencia; es lo que me quedó de la estricta religiosidad de mis padres.
Mi aprendizaje y mi enseñanza más valiosos: observar y esperar mi turno para hablar y enseñar.
Algo lindo y frecuente es este whatsapp: “Abu, cantanos un cuentito tuyo”.


Mirándome


(Texto redactado en 2016, para Territorio de escritores)
Soy una viejita distraída y bastante sorda que pierde los anteojos y los encuentra en la heladera; que se enreda con el teclado del celular, y no tiene problemas para ir vestida como quiere y despeinada a donde se le antoja. 
Y que no sabe de un gozo más grande que este frecuente whatsapp: “Abu, hacenos un cuento para cantar, que vamos esta tarde a tu casa.”
Bien; por lo menos soy realista.
Al objetivo, entonces: autorretrato
Soy una linda planta que ha crecido a fuerza de “adelantes”, “permisos”, “disculpas” y “muchas gracias”. 
Lo mismo que cualquiera, soy única, mortal y perfectible. Mi sueño de inmortalidad está en los frutos del árbol de mi vida; y no hay árbol si no hay fecundación, contacto; si hay demasiadas piedras de caprichos, y demasiados yuyos de pereza. 
Creo que lo mejor de mí, es la voz de mi conciencia; ella regula mis impulsos y me da energía para seguir creciendo.
Me defino maestra y artista; tal vez las dos palabras suenen a soberbia, pero son verdades. He sido y soy docente de por vida; pero fui modelando los ímpetus de rehacer el mundo a mi manera; a veces no fue fácil, pero aprendí a escuchar, a observar, a esperar los tiempos y las ilusiones de los otros; a rechazar la violencia y a aceptar que existe lo imposible..
Y soy artista, porque soy creativa: pongo mi voz en la música, en las letras, en el jardín, en la cocina… y en el amor a mi familia: mi marido, mis hijos y mis nietos.
Así voy abriendo desagües en mis propias macetas, para que no se ahoguen mis raíces,Mirándome