lunes, 24 de abril de 2023

A mis edades


Doce años: Ayer a la  tarde; paseando con mi hermana  mayor, escuchamos risas entre las matas.  

—Chist— me dijo. Y fuimos de puntillas para espiar. 

Vimos a dos pueblerinos que jugaban y gritaban como cachorritos felices, desmelenados y medio desnudos.  Aurora me alejó de un tirón, pero yo alcancé a ver a la muchacha, con las piernas morenas al aire, y el chico en medio de ellas, arrodillado, brincando; y los dos riendo a carcajadas. 

—¿Qué hacen? 

—¡Cogen! ¡Son indecentes y se cogen al aire libre! Y no digas nada.

Trece años: Anoche leí en escondidas un pedacito del “Cantar de los Cantares”: «Mi amado metió la mano por el resquicio de la puerta y mi vientre se estremeció. Me levanté para abrirle a mi amado, y de mis dedos se escurrió la mirra sobre la aldaba, y de mi mano goteó la mirra». Reconocí ese estremecimiento, ese latido más allá de los muslos. Y me dieron ganas de pecar, y me toqué. Sí, es muy especial; hay algo húmedo, tal vez sea mirra. Una fuerza nueva pujaba mis caderas hacia arriba y me hacía bailar, como si estuviera llena de música. Creo que lo repetiré; estos pecados se confiesan… y todo bien.

Pero hoy pasó algo terrible: me dolía el vientre y salía sangre.  ¿Sería un castigo? Se lo conté a mi madre.  

—Ya eres mujer. Cuida tu honra; que nadie te toque. No quiero niños antes de que te cases. Y cállate.

Quince años: Aurora está de novia. Estamos bordando su ajuar: sábanas de seda con un agujero “para que la mujer no muestre al marido sino lo imprescindible para ser la madre de sus hijos”

—¿Qué es lo imprescindible?— Silencio… risitas… 

—Por donde sangramos— explica mamá, muy avergonzada.—Ya sabrás cuando te cases. Y cállate.

— ¿Porqué el agujero, como si fuera la boca del retrete?

Risitas. 

Saqué conclusiones: «Sangrado, hijos, matrimonio, “mi amado metió la mano”…  Debe ser… Así es como funciona, entonces…» Y fui aprendiendo.

Dieciséis años: Hoy conocí a Federio. Me contó que algún día le gustaría amar y tener hijos. Estar con él agita mi vientre y mi corazón. 

Otra vez con Federico: Dijo que me ama y me desea.  Lo entendí: “quiero casarme contigo”. 

«Sí; deseo casarme con él, sin ninguna sábana especial.» 

Nadie nos ve; me dejo recostar y  tiemblo cuando me besa detrás de una diamela.

70 años: Viuda de Federico, desde el año pasado...Hoy vino mi nieta adolescente... Le leí este cuento, a modo de "apoyo iniciático"

-- ¡ ¡Ay, abu!! ¡Qué pavotes! ¿En serio lo aprendiste así?




jueves, 13 de abril de 2023

Cuento (casi patriótico de amores y sabores


Esta evocación sirve de momento de meditación trascendente, para empezar a hacer dulce de naranjas amargas.

¿Cómo era la receta del dulce de naranjas en gajitos?… Venía probando desde que se me pintaron las primeras canas. Tal vez porque estaba sola y llena de nostalgias.

 Primero recurrí a mi memoria oxidada y enredada: muñecas, canciones y rodillas peladas; jugar a las visitas con el juego de té de la abuela; con ella al frente, por supuesto, olorosa a naranjas. El sabor revivía, pero la receta, no.

Anudadas a mis caóticas evocaciones, revoloteaban las Canciones Patrias, y se alzaban en alabanzas al talento de los años cuarenta y cincuenta, par

Gloria y loor a las delicias caseras de la infancia: el arroz con leche, las milanesas tamaño baño, y los churros, y los pastelitos… Todo esto se consigue hoy en el súper, aunque venga enlatado, o empaquetado, o frizzado. Pero hay algunas especialidades… ¿cómo decirlo? irrepetibles e inolvidables.

Alta en el cielo, la voz de gratitud y admiración, por ese talento maravilloso de hacer algo con lo que había: torrejas y budín de pan viejo; mermeladas de todo lo imaginable, guisos redentores de los restos varios de carnes, arroces y fideos…

Audaz se eleva cada una de esas memorias prodigiosas que compartían recetas a través de las generaciones.

Y que, aunque Internet ayuda, se van perdiendo… A menos que revivamos el diálogo con el más allá.

Estoy segura; porque el dulce de naranja amarga no figura ni en internet. ¡Al menos, un par de recetas que conseguí, incluían esencia de naranja amarga, aplicada a naranjas comunes!, y ¡horror! ...edulcorante.

Lo cierto es que se lo he prometido a mis nietos, y no me acuerdo de la receta. Sí, de los rituales familiares que incluían cosechar las naranjas en el patio de la casa, exprimirlas, pelarlas, cepillar y picar las cáscaras… No había celulares para entretener a la turba de mocosos saludables e invasivos.

Aquí estoy en mi cocina, armada de dos naranjas que gentilmente me regaló una vecina.

—No tengo más­­- me dijo-. Las tiramos a la basura cuando aparecen.


«¿Cómo era?... ¿Con pepas o sin pepas? ¿Se maceraban en cal viva durante una noche?»

— ¡Pero, no! ¡Eso es para el zapallo en cubitos! ¡Te lo enseñé mil veces!

— ¡Abuela; no te metas así en mi cocina! Dame alguna señal cuando vengas de visita. Me dan palpitaciones.

— Bah, Doña Angustias… Calladita. Sentate y cerrá los ojos. ¡Vamos! ¡Sin miedo, que estoy en el Paraíso y no necesito espantar a nadie!

Un soplo de brisa desde el patio. ¿
O una caricia de la abuela? Una caricia que desprende sabores… sensaciones… tiempos… técnicas…


— Tenés las manos tibiecitas. Como si…no…

— Como si estuviera viva. ¡Sí, señorita! ¡El amor no muere! Respirá hondo y contá hasta cinco

— … tres, cuatro, cinco. «¿Fue un beso?» 

¡Ah, cierto! ¡Se dejaban en salmuera toda la noche… Después se lavaban bien a fondo y se dejaban impregnar de almíbar. ¡Uy. Ya te fuiste!

Me asomo a la puerta del jardín. Por detrás de la copa brillante y dorada del naranjo, se escapa una nube preciosa, regordeta y sonrosada. En el enredo de memorias y emociones, me repica “azul un ala” sabe Dios por qué…  Le digo ¡gracias! Y le soplo un beso.

A lavar naranjas…


lunes, 10 de abril de 2023

Colores y música

 COLORES Y PANDERETAS (Verso)


¡Oh, mi cajita de lápices pintadora de mil rosas,

un cielo limpio y soleado,

un mar con cinco barquitos bogando hacia un horizonte

de luces maravillosas!

¡Oh, mi simple pandereta, recolectora de coplas!
¡Oh, mi guitarra constante, compañera de mi canto!
 
¡Un enjambre de canciones, remolino de esperanza!

Es que en cada vericueto de las sonajas plateadas
en cada arpegio y rasgueo de las cuerdas afinadas, 

se esconde un fiel exorcista

de violencias y pesares.

Cuando duelen los calambres en el alma agarrotada

porque la rutina pesa;

cuando las desavenencias 
apedrean el camino

y naufraga la conciencia,

con sinceridad rebusco en mi mochila gastada,

y encuentro en sus recovecos

un sol dorado y ardiente:

colores y panderetas
y  una guitarra afinada. 

domingo, 9 de abril de 2023

LA RECETA DE LA ABUELA

 RECETA DE LA ABUELA (Prosa)