Cierto día, Penélope entró en
crisis: Ulises no volvería jamás.
¿Qué estaba haciendo ella? No era
tan necia como para no intuir a Calipso y la nueva familia. ¿Por qué cuidaba
tanto el fuego del hogar, y dejaba que su propia hoguera se llenara de cenizas?
¿Y esto de tejer de día y destejer de noche una mortaja para su suegro?
Desde la sala llegaba el bullicio
obsceno de sus pretendientes. ¡Pretendientes de las comilonas que estaban
fundiendo su patrimonio! ¿Quién pagaba por todo esto?
Aquella tarde se presentó en la
sala del banquete y brindó:
—¡A vuestra salud! Necesito descansar,
amigos. Os ruego que volváis mañana y tendréis una hermosa sorpresa.
Al otro día, los moscardones encontraron
las puertas cerradas y un gran cartel
lascivo y burbujeante: “Túnicas… y algo más…”. Intrigados, se prestaron al juego y esperaron en los
jardines; imagino que ellos pasaron el
día en su pórtico, ansiosos de estrenar una nueva túnica. Sin duda sería más
divertido que pasear en pos de Platón, por los jardines. Dos inmensos mastines
custodiaban la verja.
A media mañana aparecieron dos hermosas
esclavas que guardaron a los animales y comenzaron a tomar las medidas de los
clientes: el mejor dotado entró al palacio, para que la tejedora verificara y valorara sus dimensiones. Los demás debían sacar turno
al día siguiente.
Satisfecha, Penélope tejió telas,
chismes y leyendas, mientras que sus esclavas mantuvieron latente el interés,
para asegurar el resultado.
Al caer el sol, Penélope
entregó la túnica al favorecido del día, con una bella sonrisa. Él le dio un
espléndido bolsillo de monedas y se insinuó con el acostumbrado despliegue
masculino, en busca de “algo más”. Pero ella susurró: “No, Anacleto (u Orión, o
Teófilo)¡¡¡ Estoy tan cansada!!!” En realidad, él también estaba extenuado con
el ajetreo de las ayudantes medidoras; por cierto, no reconocería jamás en
público que seguía sin conocer la cama de Penélope.
Así, ella asoció a sus esclavas, creó
una empresa sustentable, superó su frustrante condición de princesa abandonada.
Y, además, pasó como mujer virtuosa y fiel al Panteón de la Historia Universal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario