RECETA DE LA ABUELA (Prosa)
¿Cómo era la receta del dulce de naranjas en gajitos?… Venía probando desde que se pintaron las primeras naranjas. Tal vez porque estaba sola y llena de nostalgias. Primero recurrió a su memoria oxidada y enredada: muñecas, canciones y rodillas peladas; jugar a las visitas con el juego de té de la abuela; con ella al frente, por supuesto, olorosa a naranjas. El sabor revivía, pero la receta, no.
Estaba un poco preocupada. Le había prometido a su nieta que le enseñaría a hacerlo y no había caso con sus neuronas.
«Vamos a Internet. Veinticinco recetas: que si se pelan, que si se ralla la cáscara…¡Ay, abuela! ¿Cómo lo hacías? ¿Los gajitos se dejaban en cal viva?»
— ¡Pero, no! ¡Eso es para el zapallo en cubitos! ¡Te lo enseñé mil veces!
— ¡Abuela; no te metas así en mi cocina! Dame alguna señal cuando vengas de visita. Me dan palpitaciones.
— Bah, Doña Angustias… Calladita. Sentate y cerrá los ojos. ¡Vamos! ¡Sin miedo, que estoy en el Paraíso y no necesito espantar a nadie!
Un soplo de brisa desde el patio. ¿O una caricia de la abuela?
— Tenés las manos tibiecitas. Como si…no…
— Como si estuviera viva. ¡Sí, señorita! ¡El amor no muere! Respirá hondo y contá hasta cinco
— … tres, cuatro, cinco. «¿Fue un beso?»¡Ah, cierto! ¡Se dejaban en salmuera toda la noche… Después se lavaban bien a fondo y se dejaban impregnar de almíbar. ¡Uy. Ya te fuiste!
Se asomó a la puerta del jardín. Por detrás de la copa brillante y dorada del naranjo, se escapaba una nube preciosa, regordeta y sonrosada. Le dijo ¡gracias! y sopló un beso. Se le llenó el corazón de dulces recuerdos. Y entonces, sonrió
Hola, Beba, qué cuento tan maravilloso nos regalas. Fiel a ese arte de escribir que tú tienes, con chispa, con gracia. Nos haces ver la secuencia, sentimos el soplo de brisa, la caricia de la abuela, disfrutamos de la belleza dorada del naranjo y, sobre todo, de de esa nube regordeta y sonrosada.
ResponderEliminarUn placer leerte.