domingo, 22 de noviembre de 2020

II- Soy Ana

 


 II-

Aquí yazgo; la ducha está abierta; también la ventana.

A lo lejos, alguien… ¿silba?. Es Pedro; pero no sube las escaleras, ni silba, como creyó la escritora sabihonda. Las está bajando, y ruge furioso. Elsa va con él, con su brazo dorado y fino, apoyado en la baranda… El brazo fino y fuerte de Elsa, la campeona de tennis, hizo su trabajo; pero lo dejó a medias, cuando Pedro arrancó a gritar furioso y burlado. ¡Qué desilusión ese viaje de bodas que planeaban! ¡Como la mía cuando lo constaté!

Me voy sin que Pedro encuentre sus dólares. ¿Algún maleante subrepticio en el country?  ¿Alguna ONG que recibió mi depósito antes de que yo entrara en la ducha?

Y no habrá "caso". Estaba sola; me desmayé por el embarazo; un paro cardíaco...

Soy Ana y me estoy muriendo bajo la ducha,  mareada, asfixiada, enredada con la toalla a la cintura.

Final de mi extraña vida en el country... Bah: final de mi vida marcada por la pobreza, la ignorancia y los cuentos de hadas. De secretaria bonita a empleada de servicio (de todo servicio), de Pedro...  “Mi mujer”, dijo durante un tiempo;  madre soltera de un pequeñito que nadie buscó y nadie quiso conocer. Final de una vida sin sueños,  fría y vulnerada.


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