Así piensan nuestros padres; por eso nos mandan al campo, a la estancia, para que detonemos al aire libre sin que nadie perezca en el evento.
Pero no hay garantías.
Pero no hay garantías.
¡A quién se
le ocurre, más que a los abuelos, traernos de vacaciones a Santiago del Estero y hacernos dormir la
siesta! Por suerte, los dos roncan a mil decibeles y hemos podido salir
sigilosos hasta la tranquera.
Anoche,
después del Rosario con la abuela, hubo cuentos de fogón, con los peones
más viejos…
«Pa’ que se asusten las guaguas*» comentaron los mayores, con risitas
socarronas y desafiantes.
- Guaguas… Je… ¡Somos “La banda de la
efe” (Felipe, Federico y Fernando… y feronomas) y esta será la hazaña gloriosa
de las vacaciones!
Después, se viene el rígido molde del Colegio
San Miguel, al que estamos destinados por la orgullosa tradición familiar.
Desde el
fondo de nuestra masculinidad arrancan blasfemias, chistes sucios, canciones
prohibidas. Todo a los gritos, para que repique lejos. Para que nos oiga el
diablo, y sepa que venimos a conocerlo, sin miedo a nada.
Arden las
piedras y los churquis* reverberan; y también nuestras cabezas; fugados por el
monte, lanzados a la búsqueda de la Salamanca y el Zupay*, no vamos a andar
pensando en sombrero y cantimplora.
Un silencio
poblado de siseos nos va envolviendo desde las sombras rústicas de los
mistoles. Desde el oeste asoman unos nubarrones premonitorios. A cada paso, se
nos apagan los gritos y los saltos y las carcajadas.
Somos un
trío silencioso y fatigado el que se encuentra, de pronto, ante la boca de la
cueva.
—
Debe
de ser esta; asomáte, Fede, a ver si ves algo.
—
¿Yo solo? ¿por
qué? Vos y el Fer, son machos como yo,
creo.
Precavido, Fernando está juntando piedras… por las dudas. Y hurga
el fondo del bolsillo. No; no trajo el rosario.
—Lo llamemos— propone Felipe—. Los tres juntos. Vamos… ¡Zupay!
¡Zupay!
Y, créase o no, desde adentro de la cueva empieza a salir una
polvareda sonora de farra y bailanta. Los árboles zarandean sus
ramas espinosas y crujientes. Zupay, una
silueta negra y retorcida, un garabato
más en el paisaje, baila entre fogonazos de tormenta. Le zapatea una chacarera a una mujer desnuda y
desmelenada.
Gritamos y aplaudimos
desaforados; y, como nunca y nunca jamás, desplegamos un abanico de puteadas
inimaginables.
Zupay y la mujer sacuden sus melenas. Ahora estamos bailando,
con las piernas enredadas en los pelos largos y grasientos; “patiatados”, nos van arrastrando hasta la
cueva: la Salamanca. Somos tres muñecos rígidos, fascinados por la
magia.
En el repique de mil guitarras ocultas, late el convite diabólico: “Basta ya de misas
y de caridades; fuera los prohibidos y las confesiones; nada de pesares, nada
de llorar; vivamos la vida, que no hay otra más”. En un ritmo frenético, la
danza se trepa sobre los semitonos más agudos. Ahogados de adrenalina, vivimos un terrible
tironeo entre el miedo y el coraje. Zupay se aproxima. ¡Ahí está: la cara
espantosa, los ojos ardientes, los dientes afilados, el aliento sulfuroso!
—¡Ay, Diosito! ¡Pésame, Dios mío!— balbucea Felipe. —¡San Miguel Arcángel, ruega
por nosotros!
Y
el Fer y yo, también; ¡porque estamos pecando!, ¡por Dios!, ¡somos unos Judas! …
Y
Dios nos perdona. Nos envuelve piadoso, en un remolino fresco del huayra*; nos libera, inánimes, sobre las piedras. Rugiendo, Zupay se encoje; la mujer se diluye. A lo lejos, en la niebla del desmayo, suenan
tambores…
—Mocosos
de mierda; se han “insolao” los muy pavotes—
grita el abuelo mientras se apea
de la mula. — Si no fuera por el pampero*, los encontramos secos.
Vino con los peones; nos dan sorbitos de agua y nos mojan la cabeza; y mientras nos montan atravesados, comentan bien convencidos: «¡Castigo’e Tata Dios! ¡No se juega con los espíritus!»
Vino con los peones; nos dan sorbitos de agua y nos mojan la cabeza; y mientras nos montan atravesados, comentan bien convencidos: «¡Castigo’e Tata Dios! ¡No se juega con los espíritus!»
Glosario:
*Guaguas: bebés; niños pequeños.
*Churquis: vegetación rústica del monte serrano (garabatos, mistoles, piquillín, muña-muña,etc)
*Salamanca: cueva mítica donde Zupay (el Demonio) hace orgías con sus adeptos.
*Huayra: Viento.
* Pampero: Viento muy frío, de la zona central de Argentina.
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