Se alzan las murallas de la injusticia, del rencor y del
recelo y nos cortan el paso hacia el
azul que ni siquiera podemos adivinar. Amontonan pesadas cataratas, diluvios de
venganzas. Hijas de las mismas olas
sobre las que se yerguen. Hijas del
egoísmo y de los miedos. ¡Tanto llanto
latente y silenciado! ¡Tanta furia amordazada! Hace mucho que taparon el sol; alrededor y por encima de ellas, todo es lóbrego.
Pero desde abajo, desde lo íntimo, desde la cueva en la que
se refugia el alma, un reflejo pálido habla de… ¿rebeldía y esperanza? Y va trepando por la ladera, sueño asustado,
pero valiente.
¿Cuánto falta para que pueda liberarse? ¿Cuánto para que
arraigue en cicatrices sanas? ¿Cuánto para que llueva, dulcemente sobre los
sueños rotos y caigan derruidas las murallas? Entonces se abrirá un horizonte azul
y renovado; y alzará su vuelo, asida a un barrilete.
Enlace: ATORMENTADA
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