lunes, 2 de abril de 2018

ARIADNA



Despierto del dolor  y el abandono
 en la arena mecida por las olas
del  mar, y me decido:
No  esperaré a Teseos ambiciosos
que,  por matar al monstruo, me destruyan
y me entreguen, sufriente, abandonada,
al eterno capricho de la muerte;
a  estos dioses arcaicos que se visten
de  mágica y divina providencia
para saciar pasiones y soberbia.
Armada de un  ovillo de intuiciones,
de  ensueños, de saberes  que percibo ciertos,
ato el hilo a las piedras de la vida
y  me lanzo  hasta el fondo de mi cueva:
oscuro laberinto  de temores, prejuicios…  
y de ensueños.
Me dejo ir  entre los vericuetos
decidida  a adueñarme de mis miedos.
A veces, suavemente, se desliza el hilo;
otras, se anuda en cicatrices de experiencias muertas.
Si hace falta, lo corto con cuidado, lo anudo nuevamente…
Y sin moverme de la playa ardiente.
Firme, con el ovillo entre las manos,
ilumino  mi propio Minotauro,
mi hermano, al fin y al cabo.
Voy a hacerme su amiga, a alimentarlo
de sueños nuevos, de mis fuerzas nuevas,
de mis recién nacidas libertades…
  Ya nunca más del sacrificio cruento
de mi vida cautiva y pisoteada.

(Para Reto 108 de Territorio de Escritores. ¿Quién mueve los hilos?Ariadna

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