En la vieja casona de la viuda se apagan las luces de la
casa a las once y cuarenta y cinco de la noche. Instantes más tarde cruje la pared del desván,
se abre la puerta y una nube de polvo, liviana baja despacito la escalera; poco
a poco, al resplandor de la luna, o al fulgor de los relámpagos, emergen las
dos siluetas; la viuda y el pequeño roedor; van a la cocina y ella saca de la
alacena el frasco de tapa naranja. Mientras gira la cubierta, se expande un
olor rancio: algo así como a queso picado y salame, mezclado con azahares; y el
aire se espesa con una música de tango de los años veinte, pura guitarra y
acordeón.
El ratoncito la espía; le gusta verla en este momento: se la
ve transparente y pura; un ordenado ramo de huesos envuelto en un traje de
novia de aquellos tiempos. Los largos
dedos de marfil vacían el frasco:
colocan un azahar reseco en el velo amarillento; deslizan en el anular la
alianza de bodas, el talismán de la felicidad, y sacan del fondo un extraño
sedimento que ella lame embelesada; en su mano derecha se perfila una empanada
mohosa. Al roedor se le hace agua la boca: siempre cae
alguna miguita.
Son casi las
doce. Ambos ensayan los primeros pasos del tango, abandonados en
los brazos ausentes del otro, cada uno en su esfera de polvo luminoso.
De pronto, arrancan las campanas de un reloj de pared. Es fascinante ver cómo, a cada una de ellas, se
van diluyendo, de pies a cabeza; en la penumbra
de la cocina, pausadamente, la viuda pone todo en orden: el anillo, la tapa
cerrada, el tarro en la alacena; y vuela hecha polvo hasta el viejo ropero del
desván; en el doble fondo, bien escondida, está la urna en donde descansan sus
restos; y junto a ella, en la cueva de algún ignoto ratón, los del marido enamorado,
mujeriego y traidor.
Desde la última
brizna de polvo él sacude sus bigotes y la sigue; esperará hasta mañana cuando
vuelva a perfilarse la empanada que sobró de la última cena; a las otras, las
envenenadas, se las llevó la policía, como prueba, la mañana en que ella le
descubrió su secreto romance.
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