Cinco años atrás, llegué a la casona rural. Vine al tranco lento de la mula de un vecino, sin ningún apuro por asentarme donde la vida me llevaba casi a rastras. En la hacienda, necesitaban una sirvienta; eso, o ir a los surcos a trabajar de sol a sol, y vivir amontonada en el rancho hasta que me acollarara con algún peón.
Yo tenía catorce años, y era bastante alta y fuerte, para mi edad.
Al día siguiente, conocí al patrón cuando entré a limpiar los
vidrios de su salita; era un hombre cuarentón, corpulento,
parecido a cualquier
otro de la zona; pero su vestimenta, su perfume, su presencia erguida y segura
ponían en claro que él era el amo.
—Permiso, patrón.
—¿Vos sos Esmeralda?
—Sí, patrón.
Me clavó los ojos achinados:
—No sos nada fea, vos. Buenas formas.
Me callé, le di la espalda y empecé a trabajar con la limpieza.
De pronto, sentí que se acercaba. Y por encima del hombro me mostró su mano enjoyada.
— ¿Conocés las esmeraldas? —susurró— Mirá qué lindo anillo. ¿Sabés que la esmeralda vale más que los diamantes que lleva alrededor? Te lo podría regalar si te portás bien...
—No, patrón. Yo trabajo. Sólo quiero mi sueldo.
Ya estaba avisada, porque era "cosa sabida". Yo, Esmeralda, igual que el anillo, era una de sus cosas.
Respiraba agitado, sobre mi cuello. Sus manos bajaron despacito desde mis hombros; una, por el escote; la otra, bajo mi falda. Hurgó, manoseó, desnudó.
Sollocé, me retorcí, pateé sus tobillos, tironeé su pelo por sobre mi cabeza. Pero tenía…¿miedo de escaparme, de gritar?, ¿curiosidad ansiosa?
Tampoco me asusté demasiado; había visto muchas veces en el rancho, o en los campos, lo que me estaba pasando; lo dejé hacer como si él fuera el doctor que me revisaba; algo que dolía un poco, sangraba otro poco, pero que era necesario para seguir en la casa.
Como debía ser, lo arañé, le escupí a los pies, alcé el balde y los trapos y salí; él se quedó riendo por lo bajo, tirado en el sofá.
— Nada mal para una virgencita... Una joya para pulir...Andá, Esmeralda, andá nomás. Vos sabés lo que te conviene.
Salí corriendo, agitada. La cocinera me consoló con su filosofía servil: "Nos pasó a todas, con el padre y con él. Por lo menos este es estéril. Si no te golpea... ".
En realidad, más allá del sobresalto, me había gustado ese dominio de fuerza bruta que marcaba sin mimos, mi género y mi clase social. Me gustaba que olía bien... Y... el anillo.
La rutina de la casa continuó; la sirvienta, limpiando la casa o lavando la ropa; el patrón, atendiendo la hacienda. .
El tiempo siguió su marcha. A veces con frecuencia, a veces esporádicamente, me llamaba a la salita. Sí o sí, mencionaba lo de la joya. Y siempre me hacía saber que yo era la sirvienta y le pertenecía, aunque volviera a escupirlo, arañarlo o tirarle del pelo: ese era mi rol; siempre muda, pero cada vez más dispuesta a "cumplir" para llegar a mu objetivo.
Nunca supe que eso fuera lujuria y ambición; me gustaba sentirlo en mi cuerpo, y saber que estaba más cerca de la esmeralda prometida, si me portaba bien. Nunca le tuve miedo, ni le fallé.
Pero sí, le falló el corazón.
Una mañana, cuando le llevé el desayuno, lo vi desplomarse lívido y jadeante en el sofá. Y no titubeé ni un segundo: alcé un almohadón y se lo apreté bien fuerte sobre la cara, un largo rato, hasta que supe que estaba muerto.
Le miré la mano. ¡No tenía puesto el anillo!
Me quedé fría; sentía oleadas de miedo y desencanto.
Empecé a acomodar el almohadón en su sitio; a sacudir la alfombra, las cortinas, los bolsillos...
«Ahí está, en la silla; agarralo que es tuyo».
—¡Virgen Santa! ¡San Roque!¡Un fantasma!
«¡Qué tantos santos! Es tuyo…Sin rencores. Nadie se muere el día antes».
Me persigné. Levanté el anillo y lo escondí en el escote. Derechita, alcé la bandeja, la dejé en la cocina y me fui al patio. Espanté la culpa que me ronroneaba en la oreja y cacé una escoba.
A mediodía empezaron los gritos, las carreras. Llegó el médico.
—Un síncope; se lo había advertido; aquí está el certificado.
Ahí estuve sirviendo café en el velorio.
Cuando volvieron del cementerio, le dije al administrador que me iba, que tenía mucha desgana, que me pagara los días que me faltaba cobrar.
Un puñadito de billetes, un recibo, y adiós. Sobraban chicas en el campo.
Riendo, el fantasma me azuzó: "¡Corré, pequeña asesina!"
Pero yo no corrí; me lancé al camino, serena, lenta.
Estaba en paz con él y conmigo. La esmeralda bailaba en mi bolsillo.
Un tremendo relato, con toda la ironía puesta en el personaje principal y bien mostrada la lujuria en el otro.
ResponderEliminarCierto morbo, cierta frialdad que son muy difíciles de llevar con coherencia.
Muy bueno, felicito.
Gracias. ¿Cómo te llamas?
EliminarGracias, Beba, por participar con este relato en el homenaje a Truman Capote y Desayuno en Tiffany's. Un abrazo y suerte!!
ResponderEliminarDe nada, David
EliminarUn honor.
Hola Beba, un tesoro por otro. Estimada compañera, un relato que hierve con todos los sentidos puestos en el cuerpo; y el anillo se aprieta, se agarra con la mano y después se cierra sangrando. Buena narrativa, propia. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Eme. ¿Habrá sido auténtica la esmeralda?
EliminarUna dulce venganza. Buen relato, un placer leerte. Abrazos
ResponderEliminarMuchas gracias, Nuria. No sé si dulce... Si la esmeralda es auténtica no sé cómo seguirá el cuento.
EliminarPintura exacta, tremenda y sensible de historias entre patrones y siervas/os de nuestro entorno. Iba a decir de nuestro campo, pero no fue exclusivo. Probablemente era más fácil. Excelente detalle el hacerlo estéril. También que ningún pariente extrañara la esmeralda durante el velorio. Me encantó, compañera.
ResponderEliminarUn abrazo grande
Querida compañera. Agradecida por tus comentarios. Sí, estas cosas ocurren y rebrotan en injusticias y delitos, en un desinterés por los afectos y por la propia honra. Gracias por la visita.
EliminarUn relato interesante, tenso y entretenido que mantiene la tensión y la expectativa. El personaje de Esmeralda tiene una resignación propia de quien sabe que no le queda más que aceptar su condición de sierva para progresar, mas no le falta ambición para cobrarse su venganza y agendarse el codiciado anillo. Espera su momento y este llega, actuando con decisión aún cuando lo que va a hacer no es tarea sencilla. En ese sentido su psicología está muy bien retratada en las escasas 900 palabras que nos imponen las bases. También se retrata al patrón, que ha sido educado en la convicción de que todo lo que hay en la casa, incluidas las sirvientas, le pertenece para satisfacer sus deseos. Esa gran frase del remate final, estaba en paz con él y conmigo, refleja que la chica entendía todo lo que había sucedido con anterioridad como un pago, más o menos consentido, por la joya, que finalmente considera que se ha ganado. Me ha parecido un gran trabajo, Beba. Mucha suerte en el Tintero.
ResponderEliminarMuchas gracias, Jorge. Los hijos de la serpiente engendran serpientes. La pequeñuela también se las trae.
EliminarUn relato muy crudo, realista, triste y que mezcla avaricia y lujuria a partes iguales
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Volarela: Muchas gracias.
ResponderEliminarParece planeado desde el principio, y no solo por ella, tambien por él, que ya se lo habia ofrecido si se portaba bien. Yo diria wue portarse bien , era el juego, otra cosa hubiera sido cansina y facio, sl finsl. Quizas el no pensaba que el final fuera tan pronto, ni que le ayudaran a finalizar, pero, bueno...
ResponderEliminarMe gusto mucho los de diablillo susurramdole por una oreja, y el angelito wue petsonifica ella misma, por la otra.
Suerte enbel tintero
Abrazooo
Hola, Gabiliante. Muchas gracias por tu visita y comentario. Da para imaginar enredos,sí.
ResponderEliminar¿?Que significa cansina y facio?
Cansina y facil. Que se aburriria pronto de ejercer su poder
Eliminar¡Pero qué rabia! El hacendado abusón y la sirvienta sumisa porque no quedaba otra. Todo un clásico, ya por fortuna delito en determinados lugares. Y además dando gracias de que el abusador fuera estéril y no le pegara.
ResponderEliminarDesde luego, haces que nos pongamos del lado de Esmeralda (David), contra el abusón (Goliath). La esmeralda es la llave de su liberación.
Muy bien, Beba.
Gracias, Tara. Gracias por tu comentario.Hay de todo en este mundo. Como en todo, la repulsa social contenida estalla y se desborda en actitudes injustas, en daños morales que pisotean la ética y estimulan el cinismo.
EliminarEnhorabuena también por la mención de tu buen trabajo. Un abrazo, Beba.
EliminarTremendo relato, Beba. ¡Qué bien has perfilado los personajes y sus intenciones! Maldad, culpa, codicia... en un cuento lleno de aristas sin buenos ni malos. Me ha encantado. Tienes una forma de escribir envolvente y sutil que es pura magia. Muchas felicidades.
ResponderEliminarMuchas gracias, Marta. Muy gratificante tu convaloració,
EliminarEstas situaciones dañan a todo el entorno, con cinismo y violencia irracional.
Me gusta mucho el ritmo y los sentidos presentes y colocados en su sitio. Una narradora personaje que es un lujo a disposición para cualquier lector agradecido. Gran relato, redondo y muy puntuable. Gracias por compartir. Un abrazo y salud
ResponderEliminarMuchas gracias, Javier. Mucha suerte para vos
ResponderEliminarUna historia cargada de una realidad que ha sido "parte de la cultura", el abuso continuo de amos sobre sus siervas era el pan de cada dia (y diria yo que aun hoy ocurre en varias partes del mundo).
ResponderEliminarDiria yo que al menos le quedo el anillo a la chica... ya veremos como lo vende....
Muchas gracias, Jpsé... Creo que ante estas realidades sociales nadie gana; porque no es un triunfo ser abusador, mentiroso, ambicioso, cínico, ni asesino. Un saludo y muy buena suerte.
EliminarHola beba que buen micro , la verdad es que al final tuvo su recompensa , pero te digo que si le hiciesen la autopsia al muerto saldría que murió por ahogamiento , ya que dejó las pruebas de ADN tanto de la criada como el señor de la casa ,besos de flor.
ResponderEliminarHola, Flor: Muchas gracias por tu visita y tu astucia. En realidad, hay parvas de hilo sueltos: nadie reclamó el anillo... sería auténtico... no existen los fantasmas perdonavidas... En fin, es una icción y los personajes son más bien símbolos de realidades sociales y sus consecuencias. Mucha suerte, querida.
ResponderEliminarHola Beba, tu relato se lee con interés desde el principio. Una situación de abuso que acaba en asesinato. Fuerte, como eran las cosas en algunos lugares y siguen siéndolos en otros. Me gustaron tus personajes, ambos muy humanos, me gustó Esmeralda y su temeridad. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu lectura y comentario, Ana.Un saludo.
EliminarUn relato ingenioso y con una narrativa bien Interesante 😊. Una perla para ti. Saludos cordiales desde Venezuela.
ResponderEliminarMuchas gracias. Me encantaría saber quién sos.
EliminarUn relato muy intenso, Beba. Creo que, de todas las piedras,a esmeralda es mi preferida. Tiene ese color verde intenso, propio, con personalidad. Esa es también tu Esmeralda, una mujer fuerte, que supo sufrir, incluso saber sacar algo de placer en ese sufrimiento, ocultarlo para después estar ahí en el momento justo y que no lr temblara la mano. La verdad es que me ha gustado mucho, cómo nos introduces a través de la introspección de la protagonista en ese mundo crudo y salvaje, y cómo se desenvuelve y sale adelante, con una gran ayudita verde esmeralda, pero con un futuro igual de duro y con la culpa transformada en un fantasma del pasado que parece ser no la dejará quieta. Desde mi punto de vista, un relato muy bien pensado y trabajado.
ResponderEliminarUn abrazo y mucha suerte!
Hola, Pepe. Muchas gracias por tu visita y comentario.Vaya a saber cómo discrriría en realidad. Lo cierto es que la soberbia desencadena pasiones que dañan la dibnidad humana. Un saludo.
ResponderEliminarPerdón por mis ereores de dedo.
EliminarHola, Beba. Me ha encantado el relato. Está muy bien escrito y se percibe perfectamente la crueldad y realismo que maneja. Pero, con una venganza satisfactoria.
ResponderEliminarAquí la joya más valiosa es la protagonista.
Buen relato.
Suerte en el Tintero.
Un saludo.
Gracias, Cynthia. Suerte en El Tintero.
ResponderEliminarHols Cynthia. Muchas gracias. Buena suerte.
ResponderEliminarMe encantó la forma de narrar, algo común en las ricas haciendas de los potentados; el sometimiento de la servidumbre a los deseos de los señores. En este caso tuvo recompensa y satisfactorio final.
ResponderEliminarUn abrazo Beba.
Hola Beba, muy bueno tu relato, la crueldad por la que han pasado y siguen pasando muchas mujeres que trabajan como empleadas domésticas, se muestra a la perfección, los amos y señores que se creen dueños hasta de las personas te felicito, un abrazo Patricia F.
ResponderEliminarHola, Beba. ¡Uf! Un relato para digerirlo despacio por su intensidad. Presentas la dicotomía entre el placer forzado o consentido, la aceptación o el rechazo y en el fondo es la sumisión forzada del fuerte sobre el débil. Creo que hizo bien en llevarse el anillo puesto que ya era suyo desde la primera vez que le puso la mano encima. Buen relato. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Beba. El relato me deja muy mal cuerpo, por su penosa realidad y su dureza. Quien ostenta el poder siempre cree que todo lo que le rodea es suyo y lo toma sin duda. La protagonista se llevó consigo el pago acordado. ¿Será capaz de olvidar?
ResponderEliminarUn abrazo. Que tengas mucha suerte.
Hola, Beba.
ResponderEliminarUn gran personaje protagonista que empieza siendo bueno y al final , la propia historia lo hace evolucionar hacia un terreno que ni tan bueno ni tan malo, se queda en una escala de grises que es lo que le hace mas atractivo para el lector. El patrón también está muy bien perfilado y tenia que morir si , o si. Buen relato.
Mucha suerte en el concurso. Saludos.
Este relato sí que es una joya, cuyo valor reside en la calidad de la narrativa y el realismo que le has imprimido a esta historia, dura pero muy real en tiempos pretéritos y en zonas rurales. Esmeralda se cobró sus servivios al patrón que la usó como si fuera una de sus pertenencias. ¿Justicia? ¿Venganza? o las dos cosas a la vez.
ResponderEliminarMe ha encantado. Espero que te vaya bien en el concurso.
Saludos.
Hola, Beba. Me ha gustado mucho lo bien que has expuesto esa sociedad fuertemente estratificada y clasista, en la que muchos se tienen que conformar con sobrevivir y los pocos “disfrutar” la vida, y en la cual se desarrolla tu relato. Una narración en primera persona, bien anclada en los sentidos, magnífica recreación de la escena violenta, un retrato psicológico frío y calculador de la protagonista en contraste con las emociones que transmiten los sucesos mostrados.
ResponderEliminarMuy buen relato. Un abrazo.
Hola, Beba. Una historia dura con un final de justicia. Me gusta.
ResponderEliminarUn saludo.
Que bien lo cuentas Beba, una triste historia con un final donde cada uno se lleva lo que se merece.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho
Un abrazo
Puri
¡Bien, Beba!
ResponderEliminarMe ha encantado el relato de principio a fin. Por su calidad literaria, con ese dominio del lenguaje local, por sus 'tintes feministas' de denuncia de esos abusos y su posterior desenlace, por tener la joya exigida por las bases de principio a fin y hasta en el título y por crear un desenlace tan bueno como para dejarnos una lección de aprendizaje: los malos también en ocasiones se llevan su merecido.
Buena suerte en el concurso.
Un abrazo.
Hola, Beba. Descripciones como la carne en su punto, hecha y sangrantes. La protagonista no desaprovechó la ocasión y aunque él sin saberlo cumpliría su palabra, esta vez el burro de la noria se soltó y se marchó con la zanahoria. Saludos y suerte.
ResponderEliminarMuy duro. hay hostorias, invenciones en este caso, que dan para más de una novela.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola,Beba.Tremendo relato, en 900 palabras aparecen perfectamente retratados el poder, la sumisión y la ambición, en unas violaciones continuadas. Al final, recoje su pago en forma de esmeralda, aunque creo que nada compensa el dolor causado. Muy buen relato, Beba. Un saludo y suerte en el Tintero.
ResponderEliminarImpresionante. Todo un cuadro atroz de injusticia, poder, servilismo, ambición y venganza, narrado con una naturalidad pasmosa; con un estilo perfilado a la perfección para removernos.
ResponderEliminarMuy bueno. Felicidades.
Un abrazo
Beba, que buen cuento, con un final "feliz", que sinceramente creo que la muchacha merecía.
ResponderEliminarUn abrazo.
Felicidades Beba por ese octavo puesto en el Tintero, me pareció un muy buen trabajo. Un saludo.
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