Por haber, solamente hay un océano
y un chucrún de tragedias.
El único equipaje es la impotencia
que trata de ahogar cualquier Chinchín
de esperanza y de renacimiento.
La patera encalló sobre la playa,
Chucrún, grajea un ancla inexistente...
¡En el fondo del mar se asientan tantas penas!
Ojalá haya un Chinchín: La vida sigue,
y puja por ganarle a la violencia.
Y en baúles secretos, incorpóreos
germinan los recuerdos, las costumbres,
las canciones de cuna y oraciones
por si hay un Dios que es justo y providente...
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