Cuentos de viejas
— ¡Anillo sagrado! ¡Cuánta tontería! ¡Coraje es lo que se
necesita!— se decía mientras marchaba bajo la luna.
Decidido y prudente iba sorteando las ramas montunas, peladas y retorcidas que amenazaban sus ojos; y con
cautela esquivaba pozos y piedras ocultos bajo la nieve.
« ¡Pobre padre! » pensaba a ratos. «¡Qué
anillo y mazmorra venenosa! Los vicios del pueblo son los espíritus bestiales»
Y seguía marchando con la sangre en ebullición, dispuesto a
volver con el anillo.
—Los simples, como mi padre, son dominados por las leyendas
y la magia. Le devolveré el anillo. Y renacerá. "¡A trabajar!" "¡A luchar!" — les
gritará desde su caballo.
A veces la luna se escondía entre las nubes; en esos instantes lo estremecía el
miedo ancestral . Pero lo sujetaba silbando, cantando y hablando solo, aunque
le llegaban chistidos y cracs de ramas pisoteadas.
De pronto, una lechuza gritona le aleteó en la cara;
entonces su pie derecho se hundió en el
pozo y arrastró su cuerpo dentro de un
antiguo canal de piedras húmedas. Detrás
de él, una puerta se cerró bruscamente.
Aturdido y sangrante intentó ponerse de pie. Su cabeza
golpeaba la pared. Mareado y fascinado miró el anillo que flotaba brillante en
el aire envenenado, denso y agrio.
Cayó otra vez. Los gritos enmudecían en la garganta
atenazada por el terror, y el túnel vibraba con las carcajadas satánicas que
saludaban su derrota.
Muy bueno hermana!!!
ResponderEliminarHola:
EliminarGracias por comentar. Me alegra que te guste.
¿Quién sos, por favor?