«Es otoño…
a volar, o moriremos»
trinaban las bandadas que partían.
Pero el loco jilguero enamorado
desgranaba requiebros, al oído
de la última rosa del verano
apenas coloreada, decaída.
.
«Bella rosa, mi rosa sonrosada…
tú siempre me cautivas.
Me quedo en tu corola perfumada
Para trenzar mis trinos».
desgranaba requiebros, al oído
de la última rosa del verano
apenas coloreada, decaída.
.
«Bella rosa, mi rosa sonrosada…
tú siempre me cautivas.
Me quedo en tu corola perfumada
Para trenzar mis trinos».
Y la rosa bailaba indiferente
dormitando en la brisa de la tarde;
era su último tiempo,
el del último viaje.
dormitando en la brisa de la tarde;
era su último tiempo,
el del último viaje.
«Oye—murmuró la rosa—
mejor te vas con los tuyos;
yo me secaré esta noche,
y tú morirás de frío»
mejor te vas con los tuyos;
yo me secaré esta noche,
y tú morirás de frío»
Acurrucado en los pétalos
siguió con sus dulces trinos,
mientras la rosa, ni rosa,
desfallecía entre espinas:
y las espinas punzaban
un débil canto que se iba.
siguió con sus dulces trinos,
mientras la rosa, ni rosa,
desfallecía entre espinas:
y las espinas punzaban
un débil canto que se iba.
Y después llegó el invierno,
nieve de plumas y pétalos;
algo de dulce perfume y de trino soñoliento
se eternizaba en el viento.
nieve de plumas y pétalos;
algo de dulce perfume y de trino soñoliento
se eternizaba en el viento.
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