Y es que yo soy un pazguato, neutral y rudimentario…
Para bailar, no me animo; y me quedo en el amago.
Y si no tengo, reinvento, alguna antigua lumbalgia.
Lo que sé es que los celajes de tu enagua juguetona,
lanzaban iridiscencias, espantaban somnolencias,
y encendían mis afanes.
De pronto, sin compasión, se agitaron los arpegios
los pañuelos, tus pestañas…
´Y me encontré frente a vos en la zamba sugestiva,
mi vacuna sanadora,
Y demolió lo soberbio con su ritmo nemoroso.
Me embelesó tu sonrisa, que me invitaba al cortejo.
¿Neutral? ¿Quién podía serlo
con tu ingenua picardía para mover el pañuelo?
Anudé el mío a tu cuello, y fue nuestro primer beso.
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