Que si las miradas de los otros. Que si los atropellos. Que
si el vacío y la ingratitud…
Ella tira al canasto el enésimo pañuelito de papel. Calcula que podría rellenar con todos ellos
un confortable colchón para echarse a mirar el techo mientras transcurren las
estaciones. Calcula que podría exprimirlos y salvar al planeta de la crisis del
agua.
La vida es un carnaval… Todos los cabritos siguen brincando
por sus propios senderos, rumiando sus carnavalitos personales; todos los
disfraces se ajaron, o les fueron quedando chicos.
El suyo- la incólume, valiente, indispensable- la está
ahogando. Es la Súper Chiva y está
balando por todas sus arrugas y por sus cicatrices maquilladas.
Tántarantántan
Tántarantán… Llegando está el Carnaval… ¿Hora de cambiar el disfraz?...
¿Hora de quedarse desnuda ante sí misma y amarse de verdad?
El psicólogo dice: Usted dirá, cuándo volvemos a vernos.
—En mi próxima Cuaresma, si es que llego…
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