Desde que te fuiste estoy tan libre como desorientada. Tengo
todo el mundo delante de mí: todas las horas, todos los destinos, todos los
proyectos… Son tantas las posibilidades que me enredo en un ovillo multicolor
como si fuera un gatito. Y como él, ruedo por
la casa, por la biblioteca, por la guía telefónica, sin hacer nada, sin
llamar a nadie.
Y es que nunca
construimos fuera de nuestro microcosmos.
Desde que te fuiste me ahoga el espacio abierto, y me desconcierta este “medio yo” que soy
ahora; porque vos eras la otra mitad. Y
me siento como una bolsa de harina que voló desde un camión cargado de otras
bolsas y se está desparramando sin sentido en medio de la carretera. La harina
vale cuando se impregna de algo tan distinto de ella como el agua, y nosotros
sólo nos hemos impregnado el uno del otro… ¿O tampoco? ¿Hemos transcurrido,
permanecido, con los ojos cerrados, sin agitarnos uno al otro, sin amasarnos
para poder leudar, sin invitarnos a
saborear y alimentar la vida? Desde que
te fuiste, descubro que soy y que estoy
llena de incertidumbres; me levanto y lloro; y empiezo a desanudar mi ovillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario