lunes, 17 de julio de 2023

TIEMPOS Y TIEMPOS (Prosa)


La llovizna se ha estacionado en la ciudad. Una frazada gris amortaja la vida desde hace varios días. Y aunque los paraguas florecen en las veredas, no atemperan el fastidio del barro y el olor a moho.
¡Qué remedio!¡Hay que cumplir obligaciones! No son tiempos de acurrucarse a mirar novelas o a telefonear No puedo darme el lujo de estar deprimida: estar viva cuesta.
Aquellos otros, sí eran tiempos: tiempos de cuentos junto al hogar; tiempos de buñuelos y casitas de mantas en el living. Tiempos de abuelitos reumáticos y memoriosos. «¡No salgan; me embarran toda la casa!. Aquí están La Oca, la Lotería, los juguetes». Y la lluvia se hartaba de caer, y los padres de rabiar, pero nosotros no íbamos a la escuela. Eso, sí, a las casas de los vecinitos, que también olían a buñuelos y a ropa tendida “adentro”, y donde había madres desesperadas por el barro y los resfríos. Tiempos felices.
Ya voy llegando a la oficina, envuelta en el tufo urbano que se me pega en la ropa y en el alma. Hay un pequeño milagro en el camino: la cafetería y sus aromas cálidos a facturas doradas.
Entonces choco con alguien; algún otro adulto emparaguado. Me mira mal. No me insulta- por esto de la discriminación- pero la mirada tiene más palabras que un diccionario.
Pido disculpas. Lo invitaría a compartir un cafecito; pero estos no son tiempos de sonrisas y mimos de abuelas.
¿Y por qué no?
—¡¡Oh... Perdón!¿Un cafecito?
No me oye; se aleja,y se lleva su pozo de malhumor.
Él se lo pierde. Entro con todos mis recuerdos bonitos y me compro el café y la factura… A falta de buñuelos…

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