Peregrino del sol, he despertado
En mil mañanas de dorado estío
y enderecé mi vuelo entre las hierbas
a beber agua fresca en el rocío.
Escarbé entre la tierra generosa
Buscando insectos y semillas; vida
bullente bajo el sol, para mis hijos
para el vuelo y el canto cristalino.
Yo sólo sé de luces y de trinos;
De la sombra no sé, porque me ampara
La bendita tibieza de mi nido.
Allí me duermo y espero el nuevo día.
Puede ser que el tal día me depare
una pedrada artera, o hambre o frío.
Sentiré que mis alas no obedecen,
quedará mi garganta enmudecida.
Ha llegado la muerte, y sin temerle
seré polvo en el aire silencioso;
me doraré en el aire o iré al suelo
a enriquecer la tierra, para nuevas vidas;
para otros muchos vuelos peregrinos.
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