Ya no quedan margaritas
para arrancarles los pétalos;
ni lágrimas en mis ojos
para saber que estoy ciega;
ni suelas en mis zapatos
para gastarlas, tanteando,
en un laberinto muerto.
¡Basta, entonces
de perseguir telarañas!
Media vuelta, una sonrisa,
y a buscar dentro del alma
con qué tejer un sombrero
de colores animados
para recibir al sol
en esta nueva mañana.
Y con el sombrero airoso
y una canción reinventada,
me lanzo otra vez al aire
a descubrir otros cielos,
a probar sabores nuevos,
perfumada de esperanza.
que bello que escribes
ResponderEliminarUn saludo de una argentina en Miami
Muchas gracias.
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