Y me vine, aunque todos me dijeron
que podía agitarme
demasiado.
Aquí te estoy oyendo
emocionada,
y te aplaudo de pie
cuando recibes
tu flamante diploma
de graduado.
Aquí en mi corazón está tu imagen:
dormido en el moisés, arrebujado
en la mantilla azul que te he tejido
para estrenar en aquel
día ansiado.
Aquí te estás
durmiendo entre mis brazos,
(“alzame, abuela, tengo sueño”)
cansado de golear, o ser piloto,
o domador de arcaicos dinosaurios;
aprendiendo ajedrez con el abuelo,
leyéndonos un cuento,
o inventándolo.
Te pongo en penitencia, algunas veces,
te curo una rodilla lastimada;
te escucho cuando me hablas de una novia;
disfruto con tu foto en la montaña.
Y aquí estoy, otra vez, y me emociona
oir cuando agradeces a la vida
y a tanta gente que creció a tu lado.
Es que entre ”tanta gente” está “la abuela”
y de mi nieto estoy enamorada.
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