lunes, 3 de julio de 2023

RUMBO A...

RUMBO A... 
Rumbo a donde quiera Dios,
la Vida,
el Tiempo…
Pero en marcha siempre,
Con los pies, tenaces,
con el alma abierta.
Tal vez, rumbo a lo incierto,
a lo desconocido
con las alas abiertas,
temblorosas de miedo,, a lo mejor,
pero resueltas.
Rumbo a la luz de las sorpresas buenas,
a las rutinas simples, bienamadas;
al despertar de una mañana clara
sana y contenta.
R umbo al dolor, tal vez,
pero con esperanza;
porque se resucita en cada flor sembrada
en las palabras buenas

martes, 20 de junio de 2023

El Tren de las Nubes (edición sttorybox)


Es de madrugada cuando subimos al tren. Hace mucho frío. La estación tiene ese desagradable olor en que se mezclan la combustión de los motores y los fritos para el desayuno de los clientes. 
Con las ventanillas cerradas para evitar alguna pedrada clandestina, nos vamos alejando de los pueblos aledaños a la capital. Algunos bostezos perezosos y los primeros mates nos van integrando a la travesía. Se levantan las persianas y ahí están el sol y las montañas. 
Una infinita variedad de paisajes se va desplegando al paso del tren; sobre la base rocosa, gigantesca, los colores se encienden, lucen y dejan paso a la tonalidad siguiente: marrón, ocre, naranja, rojo, blanco; al borde de un hilo de agua cristalina verdea una insólita huerta; en medio de la soledad, una inesperada capillita blanca; una manada de guanacos nos espía entre cardones; y una bandera argentina flamea sobre una escuelita de adobes, junto a una colorida Wiphala, la bandera de los Pueblos Originales… El hombre se ha acurrucado al resguardo del frío y de los vientos arropado por su bandera arco iris. 
No hace mucho que leí sobre la Wiphala: combina, en cuadraditos, los colores del arco iris; simboliza la cosmovisión andina; expresa una filosofía de vida ordenada; muestra cómo estar seguro, en el lugar que nos ha dado la vida. 
Y la vida palpita en pequeños pueblos chatos, marrones, como Chorrillos, Muñano, Ingeniero Maury, Santa Rosa de Tastil… Un hombre maneja un arado rudimentario, una mujer cuelga la ropa lavada, en medio del viento. Y el tren sigue jadeando, crujiendo, pero siempre subiendo. 
Un complicado sistema de “rulos”y ruedas especiales permite que el tren afronte en zig-zag las cuestas empinadísimas, y nos lleve a la cima. 
El viaje dura unas cinco horas; en varios tramos retrocede para lograr un envión eficiente hacia las nubes. La tecnología del tren es sorprendente, pero no moderna. El hombre, empujado por motivaciones tan opuestas como el afán de aventuras y los intereses económicos y políticos, ha activado su inteligencia para llegar a los escenarios de la vida aborigen y de la historia patria… (O para comunicar mejor a los pueblos y al comercio andino. ¿Por qué no? ) 
Sin duda, esto no es un trekking por las Sierras de Córdoba. Esto se disfruta diferente; es casi...¿un viaje astral?. Nuestro cuerpo está pegado a la butaca, al vidrio empañado, mientras el alma se vuela hacia el mundo helado y ventoso de las raíces ancestrales. 
Entre traqueteos, fotos y mareos de "apunados" vamos trenzando impresiones con los vecinos de viaje, otros desconocidos argentinos. Todos disfrutamos de esta tierra nuestra, tan áspera y llena de historia; todos atenuamos en el corazón lo que sabemos: que no somos los dueños, sino los hijos de los que usurparon una cultura, con mejores o peores intenciones. 
Y yo me siento agradecida porque descubro la belleza y la fuerza de la vida en ángulos diferentes. 
Llegamos: pasamos sin detenernos frente a una ciudad: San Antonio de los Cobres. El nombre está construido en piedras adosadas a la ladera. 
Y aquí estamos en La Polvorilla, un puente increíble. Como una oruga gigantesca el tren ha trepado hasta allí y nos deja, al borde de un abismo de pesadilla, imaginando la puja de la fortaleza del hombre y la de la naturaleza: hierro en las entrañas de las rocas; hierro en el desafiante trenzado del puente… Sueños de aventura, miedo, vértigo... Otra vez al tren. 
Retrocedemos a la ciudad; es una ciudad- pueblo, pequeña, de alrededor de cinco mil habitantes, donde hay que estar enraizado, desde siglos, para convivir con el viento seco y helado, más allá del paseo turístico. 
Y el turismo le da de comer, como en un tiempo lo hacían las mulas y las minas de cobre. Un guía explica que San Antonio es el protector de los arrieros de mulas; este es el Antiguo Camino al Alto Perú, por donde transitaba la riqueza de metales y animales de carga; un día, despertó el Atlántico y brotó Buenos Aires. 
Una alfombra de vendedores ambulantes se extiende al pie del tren, en La Polvorilla y en San Antonio, únicas paradas del larguísimo viaje. Yo pienso en los incas soberbios, casi míticos que llegaron hasta aquí con los largos dedos de su Imperio. El bebé que saluda y sonríe a los turistas, con la manita extendida para la moneda o el caramelo; los adolescentes que sostienen corderitos entre los brazos en procura de ser fotografiados; hombres y mujeres que despliegan los mismos aguayos, medias, gorritos y carteras que vemos en cualquier otro punto del noroeste turístico (y en nuestra peatonal cordobesa), nos dejan una impronta tristona de decadencia cultural. Pero están vivos, en su idioma, en su filosofía, en su wiphala; enfrentan la realidad y se sumergen en este sincretismo que les permite la supervivencia material y espiritual. 
Ninguno de ellos se acerca al tren; todos somos argentinos, pero no somos compatriotas; triste, ¿no?; una guardia policial asegura que "ellos" nos atraigan, pero que no nos molesten; la paradoja es que los agentes también son "originarios". 
Cargados de fotos compradas por monedas y de artesanías depreciadas, incorporadas a la industria turística, volvemos al tren para el regreso.
 ¿Podré integrar en mis escritos tantas formas de ser argentinos?

miércoles, 14 de junio de 2023

SERENATA

 Reto Libre 144: Tras la ventana

SERENATA (Verso)
En medio de la noche y entre arpegios,
brota de mi guitarra, hecha suspiros
una canción para mi amada bella.
Alrededor, chispean las luciérnagas
como estrellas perdidas;
y en la sombra repican con su canto
las ranas de la acequia .
¿Será que la veré esta noche
y volará una rosa
hasta mis pies de soñador rendido?
Se me quiebra la voz por la alegría:
abierta su ventana, la adivino
a contraluz de una débil lamparita.
Ya imagino
su beso que se enreda entre las cuerdas
y baila entre mis dedos guitarreros
como el hada feliz de primavera.
Cierro los ojos
Canto a plena cuerda…
Pero el beso…
se ahoga en un baldazo de agua fría;
y en el estruendo cruel de los postigos
(2020)

lunes, 5 de junio de 2023

UNA CARTA VIEJA

 

Reto n°6: Recursos Literarios
La Carta.
UNA CARTA VIEJA (Verso)
Queridos tíos lejanos:
Me lo ha ordenado mi madre
y por eso les escribo.
No me acuerdo de sus caras;
de sus nombres, ni soñando.
Pero muy sinceramente,
yo espero que al recibir
la presente… (O sea esta carta),
se encuentren todos muy bien.
Nosotros bien, a Dios Gracias.
Les cuento que sé escribir,
como se habrán dado cuenta.
También les cuento que hoy
comeremos papas fritas;
y que en marzo, mi mamá
va a traerme un hermanito.
Ella dice que aquí estamos
todos réquete felices;
yo, la verdad sea dicha…
mejor me callo la boca
y le agradezco a Diosito,
no sea que me castigue
por mala y por egoísta.
Y bueno, como no tengo
nada más para decirles,
me despido con un beso
y con todo mi cariño.

miércoles, 24 de mayo de 2023

COMPAÑERO

 RETO LIBRE 142: LOS SENTIMIENTOS

Compañero (Prosa)
Cuando se fueron todos, di media vuelta y me fui a llorar sin lágrimas. Me senté al borde de la cama que acababa de quedar, para siempre, vacía de su presencia.
Tristeza, desconcierto, ira, … Esos sentimientos eran como un ovillo enredado e impreciso, atascado dentro de mí.
Entonces el perro se acercó y apoyó el hocico sobre mis rodillas, sobre mis manos.
¡Cuántas veces trajiné las jornadas sin atenderlo mucho más que a los mueblos que desempolvaba! ¡Tantas veces lo eché al patio, sin contemplaciones! Y en esta instancia de dolor, me agradecía, sin alharacas, su fuente de agua, su balanceado, su vacuna… ¿Mi presencia?
Y me miró, me miró… Y me hizo llorar… Muchas veces.
Como quien limpia una ventana, con cada sollozo, cada hipo, cada lagrimón, se iba asomando la cordura; y se asomaba el cielo, el jardín; y la colina de esfuerzos que había que seguir superando; la sabiduría de soltar, aceptar y seguir caminando.
Los perros son así… ¡Tan sensibles a los sentimientos más íntimos!

REENCUENTRO

 



Hola, Alegría:
Estoy pensando… No… Estoy sintiéndote y empapándome de tu amanecer.
Como nubes oscuras y ominosas, se levantaron un día, la confusión y la impotencia.
Todo conspiró para que te alejara: desencantos, miedos, mi propia soberbia…
Dentro de mí, se oxidaban los recuerdos bellos; se teñían de amarillos y ocres de otoño reseco, y se amontonaban en el polvo de las cosas queridas; en la aridez de los silencios incómodos. Y la realidad era rígida y a la vez mohosa: costumbres, para cumplir y para sostener que todo estaba bien, que la gente se había vuelto solidaria, y que la naturaleza estaba limpia porque no había aviones.
Sí, YO estaba enojada, y TODOS nos estaban mintiendo y pisoteando. Tan enojada que no podía llorar.
Y entonces despertaste… ¿En un reproche cariñoso? ¿En un reclamo sincero de serenidad? ¿En la voz de un niño? Y me vi, luchando contra molinos de viento; perdiendo carcajadas liberadoras; saberes nuevos para seguir estando cerca… Y lloré. «Las tormentas no solo traen destrucción; también limpian.»
Y te vi arrugada, ahogada. olvidada por mí, que te necesitaba tanto…
Todo seguía igual en las noticias; pero se me había roto la coraza.
Por la grieta se coló…¿la primavera?, ¿el sentido común?.
Ahora, en esta sonrisa medio amarga que se me dibuja cuando dudo, apunta un pimpollito de cordura, de la gracia de sentirme inútil, de no entender nada… Y de querer estar viva, sobre todo, para acariciarte en las cuerdas de la guitarra, o en este teclado desde el que te escribo.
Te quiero, te abrazo, Alegría.

jueves, 4 de mayo de 2023

CARNAVALITO


Que si las miradas de los otros. Que si los atropellos. Que si el vacío y la ingratitud…

Ella tira al canasto el enésimo pañuelito de papel.  Calcula que podría rellenar con todos ellos un confortable colchón para echarse a mirar el techo mientras transcurren las estaciones. Calcula que podría exprimirlos y salvar al planeta de la crisis del agua.

La vida es un carnaval… Todos los cabritos siguen brincando por sus propios senderos, rumiando sus carnavalitos personales; todos los disfraces se ajaron, o les fueron quedando chicos.

El suyo- la incólume, valiente, indispensable- la está ahogando.  Es la Súper Chiva y está balando por todas sus arrugas y por sus cicatrices maquilladas.

 Tántarantántan Tántarantán… Llegando está el Carnaval… ¿Hora de cambiar el disfraz?...

¿Hora de quedarse desnuda ante sí misma y amarse de verdad?

El psicólogo dice: Usted dirá, cuándo volvemos a vernos.

—En mi próxima Cuaresma, si es que llego…

lunes, 24 de abril de 2023

A mis edades


Doce años: Ayer a la  tarde; paseando con mi hermana  mayor, escuchamos risas entre las matas.  

—Chist— me dijo. Y fuimos de puntillas para espiar. 

Vimos a dos pueblerinos que jugaban y gritaban como cachorritos felices, desmelenados y medio desnudos.  Aurora me alejó de un tirón, pero yo alcancé a ver a la muchacha, con las piernas morenas al aire, y el chico en medio de ellas, arrodillado, brincando; y los dos riendo a carcajadas. 

—¿Qué hacen? 

—¡Cogen! ¡Son indecentes y se cogen al aire libre! Y no digas nada.

Trece años: Anoche leí en escondidas un pedacito del “Cantar de los Cantares”: «Mi amado metió la mano por el resquicio de la puerta y mi vientre se estremeció. Me levanté para abrirle a mi amado, y de mis dedos se escurrió la mirra sobre la aldaba, y de mi mano goteó la mirra». Reconocí ese estremecimiento, ese latido más allá de los muslos. Y me dieron ganas de pecar, y me toqué. Sí, es muy especial; hay algo húmedo, tal vez sea mirra. Una fuerza nueva pujaba mis caderas hacia arriba y me hacía bailar, como si estuviera llena de música. Creo que lo repetiré; estos pecados se confiesan… y todo bien.

Pero hoy pasó algo terrible: me dolía el vientre y salía sangre.  ¿Sería un castigo? Se lo conté a mi madre.  

—Ya eres mujer. Cuida tu honra; que nadie te toque. No quiero niños antes de que te cases. Y cállate.

Quince años: Aurora está de novia. Estamos bordando su ajuar: sábanas de seda con un agujero “para que la mujer no muestre al marido sino lo imprescindible para ser la madre de sus hijos”

—¿Qué es lo imprescindible?— Silencio… risitas… 

—Por donde sangramos— explica mamá, muy avergonzada.—Ya sabrás cuando te cases. Y cállate.

— ¿Porqué el agujero, como si fuera la boca del retrete?

Risitas. 

Saqué conclusiones: «Sangrado, hijos, matrimonio, “mi amado metió la mano”…  Debe ser… Así es como funciona, entonces…» Y fui aprendiendo.

Dieciséis años: Hoy conocí a Federio. Me contó que algún día le gustaría amar y tener hijos. Estar con él agita mi vientre y mi corazón. 

Otra vez con Federico: Dijo que me ama y me desea.  Lo entendí: “quiero casarme contigo”. 

«Sí; deseo casarme con él, sin ninguna sábana especial.» 

Nadie nos ve; me dejo recostar y  tiemblo cuando me besa detrás de una diamela.

70 años: Viuda de Federico, desde el año pasado...Hoy vino mi nieta adolescente... Le leí este cuento, a modo de "apoyo iniciático"

-- ¡ ¡Ay, abu!! ¡Qué pavotes! ¿En serio lo aprendiste así?




jueves, 13 de abril de 2023

Cuento (casi patriótico de amores y sabores


Esta evocación sirve de momento de meditación trascendente, para empezar a hacer dulce de naranjas amargas.

¿Cómo era la receta del dulce de naranjas en gajitos?… Venía probando desde que se me pintaron las primeras canas. Tal vez porque estaba sola y llena de nostalgias.

 Primero recurrí a mi memoria oxidada y enredada: muñecas, canciones y rodillas peladas; jugar a las visitas con el juego de té de la abuela; con ella al frente, por supuesto, olorosa a naranjas. El sabor revivía, pero la receta, no.

Anudadas a mis caóticas evocaciones, revoloteaban las Canciones Patrias, y se alzaban en alabanzas al talento de los años cuarenta y cincuenta, par

Gloria y loor a las delicias caseras de la infancia: el arroz con leche, las milanesas tamaño baño, y los churros, y los pastelitos… Todo esto se consigue hoy en el súper, aunque venga enlatado, o empaquetado, o frizzado. Pero hay algunas especialidades… ¿cómo decirlo? irrepetibles e inolvidables.

Alta en el cielo, la voz de gratitud y admiración, por ese talento maravilloso de hacer algo con lo que había: torrejas y budín de pan viejo; mermeladas de todo lo imaginable, guisos redentores de los restos varios de carnes, arroces y fideos…

Audaz se eleva cada una de esas memorias prodigiosas que compartían recetas a través de las generaciones.

Y que, aunque Internet ayuda, se van perdiendo… A menos que revivamos el diálogo con el más allá.

Estoy segura; porque el dulce de naranja amarga no figura ni en internet. ¡Al menos, un par de recetas que conseguí, incluían esencia de naranja amarga, aplicada a naranjas comunes!, y ¡horror! ...edulcorante.

Lo cierto es que se lo he prometido a mis nietos, y no me acuerdo de la receta. Sí, de los rituales familiares que incluían cosechar las naranjas en el patio de la casa, exprimirlas, pelarlas, cepillar y picar las cáscaras… No había celulares para entretener a la turba de mocosos saludables e invasivos.

Aquí estoy en mi cocina, armada de dos naranjas que gentilmente me regaló una vecina.

—No tengo más­­- me dijo-. Las tiramos a la basura cuando aparecen.


«¿Cómo era?... ¿Con pepas o sin pepas? ¿Se maceraban en cal viva durante una noche?»

— ¡Pero, no! ¡Eso es para el zapallo en cubitos! ¡Te lo enseñé mil veces!

— ¡Abuela; no te metas así en mi cocina! Dame alguna señal cuando vengas de visita. Me dan palpitaciones.

— Bah, Doña Angustias… Calladita. Sentate y cerrá los ojos. ¡Vamos! ¡Sin miedo, que estoy en el Paraíso y no necesito espantar a nadie!

Un soplo de brisa desde el patio. ¿
O una caricia de la abuela? Una caricia que desprende sabores… sensaciones… tiempos… técnicas…


— Tenés las manos tibiecitas. Como si…no…

— Como si estuviera viva. ¡Sí, señorita! ¡El amor no muere! Respirá hondo y contá hasta cinco

— … tres, cuatro, cinco. «¿Fue un beso?» 

¡Ah, cierto! ¡Se dejaban en salmuera toda la noche… Después se lavaban bien a fondo y se dejaban impregnar de almíbar. ¡Uy. Ya te fuiste!

Me asomo a la puerta del jardín. Por detrás de la copa brillante y dorada del naranjo, se escapa una nube preciosa, regordeta y sonrosada. En el enredo de memorias y emociones, me repica “azul un ala” sabe Dios por qué…  Le digo ¡gracias! Y le soplo un beso.

A lavar naranjas…


lunes, 10 de abril de 2023

Colores y música

 COLORES Y PANDERETAS (Verso)


¡Oh, mi cajita de lápices pintadora de mil rosas,

un cielo limpio y soleado,

un mar con cinco barquitos bogando hacia un horizonte

de luces maravillosas!

¡Oh, mi simple pandereta, recolectora de coplas!
¡Oh, mi guitarra constante, compañera de mi canto!
 
¡Un enjambre de canciones, remolino de esperanza!

Es que en cada vericueto de las sonajas plateadas
en cada arpegio y rasgueo de las cuerdas afinadas, 

se esconde un fiel exorcista

de violencias y pesares.

Cuando duelen los calambres en el alma agarrotada

porque la rutina pesa;

cuando las desavenencias 
apedrean el camino

y naufraga la conciencia,

con sinceridad rebusco en mi mochila gastada,

y encuentro en sus recovecos

un sol dorado y ardiente:

colores y panderetas
y  una guitarra afinada. 

domingo, 9 de abril de 2023

LA RECETA DE LA ABUELA

 RECETA DE LA ABUELA (Prosa)