MERIBÁ
– ¡A un paso de la gran final y pretendes que saque agua de
una roca con un palo!... ¡Señor! ¿Cómo puedo conducir a este pueblo desesperado?
—Siempre conduzco Yo, Moisés. Te elegí y puse mi fuerza en tu
cuerpo.
Empuña mi bastón y golpea mi roca.
«Tengo miedo: soy viejo, débil, tartamudo…A mi espalda ruge el desaliento del pueblo que tiene sed.»
Dudo. «¿Podrá
hacerlo otra vez?»
Golpeo dos veces y…
– ¡Agua!—rugen. Y se embarran enloquecidos en el agua del milagro..
La voz de Yavé estalla
en un trueno desde la cascada: – Jamás llegarás a Mi Tierra.
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